TIPNIS: Entre el desarrollo y la preservación de ecosistemas y tradiciones ancestrales
Por Tania Farías
Si bien la construcción de carreteras es regularmente percibida como facilitadora del desarrollo económico y la modernización de un país, ¿qué sucede cuando el proyecto de esta carretera plantea atravesar una de las zonas más protegidas de un país?
La experiencia en Bolivia nos ha demostrado que la respuesta es inmediata y enérgica. El 5 de agosto de 2011 los pueblos indígenas del TIPNIS (Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro-Sécure), iniciaron una marcha hacia la ciudad de la Paz desde Trinidad. ¿El objetivo? exigir que sus derechos sean respetados y que se detuviera la construcción de la carretera que atravesaría la reserva indígena. Voces de protesta venidas de organizaciones defensoras del medio ambiente y de individuales se alzaron a lo largo de Bolivia y mucho más allá de sus fronteras.
Sin duda, el conflicto generado por el proyecto, es tremendamente complejo al involucrar un sinnúmero de intereses y elementos que tienen que ser tomados en cuenta a fin de encontrar una solución favorable para todas las partes.
Por un lado se encuentra el tema del desarrollo. Según Alex Tilley del Bolivia Information Forum “Aunque hay sectores ricos y en este momento su economía está creciendo, Bolivia es todavía un país pobre, en vías de desarrollo. Es uno de los países con los índices de desarrollo menos elevados en la región de Sudamérica y está entre los que tienen el ingreso per cápita más bajo y eso se refleja en la infraestructura”. El tema del desarrollo ha sido evocado por diferentes organizaciones y también por el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera al declarar que “la carretera permitirá vincular por primera vez la Amazonia, que es una tercera parte del territorio boliviano, con el resto de las regiones de los valles y altiplano”.
Otros de los elementos a ser tomados en cuenta son la pobreza y la privación a la cual son sumisas una gran parte de las comunidades que viven tanto al interior del área del TIPNIS como alrededor de la región. Una de las posturas con respecto a este conflicto mantiene que gracias a un proyecto como éste dichas comunidades tendrán un acceso a servicios de salud, de educación y se facilitará además, su desplazamiento a otras regiones del país.
No podemos dejar de lado los intereses de los campesinos que habitan la zona denominada Polígono 7, una zona agrícola bien definida delimitada por la línea roja – de 107 kilómetros de extensión – demarcación que se realizó en 1994 para evitar el avance de los colonos dentro del parque. Con una población de alrededor 100,000 personas, la mayor parte de los campesinos residentes del Polígono 7 se han pronunciado en favor de la construcción de la carretera ya que les permitirá, entre otros beneficios, tener un mejor acceso a mercados donde podrán vender sus productos y comprar las mercancías que necesiten a precios justos.
Cabe destacar que gracias a dicha delimitación se ha también mantenido un control sobre el progreso de los cocaleros hacia las zonas vírgenes del parque. Mucho se ha dicho del interés que los cocaleros tienen en la construcción de la carretera. Algunos de los argumento destacan que este proyecto de infraestructura les permitiría tener acceso a tierras fértiles que serían muy benéficas para el aumento de la producción de coca. No obstante, si bien es cierto que el consumo de la hoja de coca en Bolivia es importante por diversos motivos, especialmente por razones culturales y por sus virtudes curativas, cabe preguntarse si la explotación agrícola de nuevas tierras no provocaría una superproducción de coca con respecto a los niveles de consumación internos. Sin contar la deforestación que tal práctica podría causar a la zona.
Las comunidades indígenas que viven en el TIPNIS (Declarado Territorio Indígena en 1990) son sin duda alguna, las principales protagonistas en este conflicto dado que el proyecto afectará de manera directa las condiciones de vida de estos pueblos. Según el reporte de la Evaluación Ambiental Estratégica del TIPNIS (2011), “estamos frente a un proceso que puede hacer culturalmente inviable los modos de vida de estas comunidades”. Este reporte también advierte que el modelo de desarrollo impuesto por el proyecto de construcción de una carretera impulsará la economía de mercado competitiva, la cual no corresponde en absoluto al modo de vida indígena. Después de haber sido desplazados de otras regiones, esta zona constituye el único espacio donde estos pueblos pueden desarrollarse según sus propias necesidades siguiendo sus costumbres ancestrales en perfecta armonía con la naturaleza. Cabe mencionar que el TIPNIS alberga a los grupos de indígenas Moxeños, Yurakares, Yuki y Chimanes (Tsimane) y según las cifras del más reciente censo, en el 2001 vivían en el TIPNIS 12,388 indígenas.
Finalmente, y tal vez uno de los temas que mayor polémica ha causado, no sólo al interior del país, sino también a nivel internacional, es el tema relacionado con el impacto ambiental que un proyecto de esta envergadura causará en una zona declarada Parque Nacional y considerada el pulmón principal del país. El TIPNIS, una de las pocas zonas totalmente vírgenes en toda Sudamérica, es hábitat de una extraordinaria diversidad floral, con 402 especies diferentes de flora y 3000 especies de plantas superiores; y con una fauna de 714 especies como el jucamari, el jaguar, el pato negro, el caimán negro entre otros.
A través de las declaraciones del ministro de Obras Públicas, Vladimir Sánchez, el gobierno ha expresado que el proyecto contempla la construcción de una carretera ecológica, la cual admite será una obra que tendrá un precio más elevado que una normal y que se inspirará en experiencias similares en Norteamérica y Asia;”…pero tiene la virtud de mitigar el impacto, se tomarán varias medidas, la primera será la protección legal y física para que no se tome el territorio del TIPNIS”. El proyecto, de acuerdo a las declaraciones del ministro, considera la construcción de un viaducto –un puente en la copa de los árboles- en la zona virgen del TIPNIS de aproximadamente 16,7kilometros. Otros espacios serán habilitados con túneles a lo largo de la carretera “para que los monos pasen sin que se les afecte, lo mismo para otros animales, túneles transversales en la carretera, en los riachuelos” destacó el ministro de Obras Públicas de Bolivia.
No obstante, para Roberto Vides, miembro de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, en toda construcción de carreteras existe un proceso de deforestación conocido como el patrón de ‘hueso de pescado arenque’ en el que la carretera representa la columna vertebral y a ambos lados y extremos se abren nuevos caminos hacia cultivos y comunidades. Siguiendo la misma línea de pensamiento, María Teresa Vargas, de la Fundación Natura Bolivia afirma que cualquier carretera en el mundo genera 50 kilómetros de deforestación a cada lado de la vía.
Además, Roberto Vides afirma que la categoría de parque nacional determina reglas rigurosas para una región, y en términos políticos la construcción de una carretera dentro de una zona protegida es la última decisión que un país debe tomar. Como él mismo lo expresó, otros países se han visto confrontados a situaciones similares. Tal es el caso de Costa Rica cuyo territorio protegido representa el 25% de su extensión. Sin más alternativa se tomó la decisión de construir una carretera a través del parque nacional Braulio Carrillo. Esta acción obligó la instalación de medidas de control severas con el objetivo de evitar el efecto de hueso de pescado, pero ¿Bolivia tendrá la capacidad de ejercer el control necesario para evitar dicho efecto?
Por supuesto, no hay que olvidar que con la llamada Ley Corta 180 promulgada el 24 de octubre 2011, el presidente Evo Morales aceptó vetar la construcción de la vía al designar al TIPNIS como territorio intangible. Sin embargo, meses más tarde el presidente retomó el proyecto ignorando el estatuto que protege al TIPNIS y llamando a una consulta a las comunidades indígenas del parque. Este periodo concluyó en diciembre del 2012. Según el gobierno, los resultados muestran un fuerte apoyo al proyecto con un 80% de comunidades a favor. No obstante, se reportaron irregularidades en el periodo de consulta, e incluso, organizaciones no gubernamentales realizaron poco tiempo después una nueva consulta que arrojó resultados completamente diferentes a los oficiales.
El conflicto del TIPNIS sigue hasta el momento en la mesa de debate. Ninguna decisión oficial ha sido emitida, y muchas preguntas siguen en el aíre: ¿Es realmente la construcción de una carretera a través de un parque nacional la mejor opción para el país si se consideran tanto los ámbitos económicos como los sociales y por supuesto los medioambientales? ¿Tendrá Bolivia la capacidad de construir una carretera lo suficientemente ecológica para evitar al máximo el deterioro del ecosistema? ¿Cómo proteger el modo de vida ancestral de los grupos indígenas que pueblan la región al imponer nuevos modelos de desarrollo? , y quizás la pregunta que no puede omitirse ¿El desarrollo de un país debe forzosamente llevarse a cabo a expensas de sus recursos naturales?