Mi historia: Valentina Montoya
Valentina Montoya Martínez es una cantante chilena que radica en Escocia. Con su talento ha sabido llevar la música de su país natal a diferentes escenarios con su grupo Valentina y las Voces del Sur. Además recientemente, Valentina incursionó en el tango con la presentación de su álbum La Pasionaria que grabara con el aclamado ensamble de cámara escoces Mr McFall’s Chamber. Ésta es su historia.
Yo nací en Santiago de Chile, pero he vivido la mayor parte de mi vida fuera de mi país natal, aunque con mi corazón siempre plantado en Chile. Viví la temprana etapa de mi infancia en Chile pero como mis padres habían militado en un partido de izquierda toda su vida, mi padre fue encarcelado y torturado, como miles de otras personas, por la junta militar en 1973. Eventualmente fue puesto en libertad, y yo salí al exilio junto a mi madre y mi hermana.
La mañana que dejé mi país fue agridulce. Recuerdo que no disfruté mi desayuno y que sentía una especie de vacío. Todos siempre pensábamos que sería un exilio de tres años, que en un periodo no muy lejano, volvería a ver a mi padre -quien optó por quedarse en Chile, señalando que después de todas las torturas sufridas en el campo de concentración, no aceptaría que también le quitaran el derecho de vivir en su país – y a mi abuela.
La entrada a este país no fue nada fácil. Nos llevaron a una sala y nos dejaron allí seis horas, diciendo que las niñas (yo y mi hermana) tendríamos que regresar a Chile porque faltaba un documento. Al final llegó un miembro del Joint Working Group for Refugees for Chile, que nos apadrinaba, y milagrosamente se materializaron todos los documentos. El mal momento y el agotamiento fue sobrepasado por un entretenido viaje al lugar de estadía y recuerdo haber visto el Támesis por primera vez y las luces de la ciudad brillando sobre sus aguas.
Fue realmente a medida que pasó el tiempo que pude racionalizar todo lo que significó para mí dejar Chile, porque antes vivíamos con la expectativa del retorno y todas las actividades políticas y culturales que generaba nuestra comunidad nos mantenía unidos y con un propósito firme. Creábamos arte con cuero, con madera, lienzos y murales. Escuchábamos la música de Mercedes Sosa, de Víctor Jara, Isabel Parra, Los Chalchaleros, Violeta Parra y tango. Era nuestra forma de estar ‘allá’, nuestra forma de mantener la continuidad con nuestras raíces.
Mi madre me compró una guitarra cuando tenía once años. Venían muchos músicos a nuestro hogar y uno de ellos me enseñó mis primeros acordes. Desde Chile nos llegaban cancioneros y con un par de amigas nos poníamos a cantar. Más adelante formamos Chacabuco; un pequeño grupo folklórico con unos jóvenes chilenos.
Años más tarde fui al Festival de Edimburgo donde me enamoré de David Russell, un talentoso guitarrista escocés con quien creamos nuestro dúo que al principio se llamaba Amor Brujo y que ahora se llama Valentina and Voces del Sur. Nos pusimos a grabar canciones chilenas en su estudio en una hermosa casita de campo, donde él vivía en esos tiempos, y a tocar en bares y cafés. Después fuimos ampliando el repertorio e incluimos canciones de otras regiones de Latinoamérica hasta llegar a componer nuestro propio material basado en los géneros del folklore.
David y yo debutamos en Edimburgo en un lugar pionero en la cultura alternativa de esos tiempos llamado el Bongo Club. Fue allí también donde vi a la orquesta de cámara Mr McFall’s Chamber por primera vez quienes tocaron tango. Yo quedé encantada, puesto que mi mundo cultural también abarcaba ese estilo de música. De ahí surgió una colaboración artística que ha durado años y donde mi rol es cantar tango. Con ellos participé en mi primera grabación profesional, en el disco de tango Revolucionario. Y junto a ellos canté el rol de María en la ópera de Piazzolla, María de Buenos Aires, en el Queen’s Hall de Edimburgo, en la primavera de 2013. Nuestro CD La Pasionaria se lanzó esa misma noche.
Senderos, nuestro primer álbum, fue producido por nosotros mismos y representa ese gran esfuerzo de recopilar canciones del folklore desde el exterior y darles vida nueva en un continente distinto. Pronto lanzaremos otro disco de temas propios, Little Book of Love and Exile, que nació al asistir al Ikarus Festival for Dialogue Between Cultures en Ikaria por invitación del productor y cineasta griego, Vangelis Fampas. Y así fue que después regresamos a grabar en Atenas y en Ikaria. Luces del puerto, es uno de los temas centrales del disco, escrito por David, mi pareja de todos los tiempos y la letra es mía. El video fue grabado en Grecia. (Ver link)
https://www.youtube.com/watch?v=b7UktDVzj1g
Claro que me he encontrado con dificultades, obstáculos, con gente hostil, pero también, por suerte, me he topado con gente cariñosa. No podría decir que todo ha sido constantemente así o asá. Se me han cerrado puertas y se me han abierto otras. Aunque es importante recalcar que defender mi propio canto y su razón de ser ha sido una batalla incesante, no sólo como extranjera si no también como mujer. La canción chilena, en lo personal, es para mí, una expresión de mis orígenes. Es también un espacio o lugar donde reside lo que más quiero, mis padres, mis memorias, las razones que llegué a este país, mi historia; mi jardín. Asimismo ha sabido ser mi agüita clara para beber, algo que me nutre el alma.
Ser una artista en la diáspora significa una variedad de cosas. Lo primero que viene a la mente es andar constantemente en la búsqueda del país perdido y de otras personas en la misma situación; significa configurar una y mil veces lo que encarna nuestra cultura e identificar meticulosamente los factores que te han traído a tierras ajenas. Implica también reconfigurar las ideas propias que tienes de tu país natal y abarcar nuevas visiones de lo que es, en vista de que en muchos y significativos aspectos, el Chile que tú dejaste es muy distinto al Chile de hoy en día.
¡Siento que cada día estoy comenzando! Cada amanecer me da la posibilidad de emprender un nuevo proyecto, una nueva colaboración. Cada instante, cada lugar puede ser una fuente de inspiración y cada día uno aprende algo nuevo.
En estos momentos estoy elaborando dos proyectos nuevos. Uno de música y un film. La idea es componer y grabar una serie de canciones que relaten la experiencia de mi padre en el campo de concentración Chacabuco. Tengo planificado colaborar con un cantante clásico inglés, el tenor Nicholas Mulroy, con quien tuve la alegría de cantar para la presentación de María de Buenos Aires. Mi otro proyecto es en gran parte nuevo territorio para mí. En el año 2011 escribí un guión de película. Se llama Doña Soledad. Es un film de tango, una historia de amor con conciencia social, ambientada en Edimburgo. La idea es usar temas de nuestro CD La Pasionaria como parte del sound track y rodarla en Edimburgo. En estos momentos ando en búsqueda de un director y estoy indagando la posibilidad de colaborar con el director griego Vangelis Fampas (productor de nuestro CD Luces del puerto) o bien un director argentino, Ezequiel Cadailhon. ¡Las opciones están abiertas! ¡Cineastas escríbanme!
Los invito a oír el fruto de tantos años, el álbum La Pasionaria,
http://www.mcfalls.co.uk/Recordings/La-Pasionaria y el pre-estreno de Luces del puerto, tema central de nuestro futuro álbum, Little Book of Love and Exile.