Club del libro: La tregua de Mario Benedetti
Por Sara Caba*
Hace muchos años, cuando todavía vivía en mi natal Costa Rica, José comenzó a visitarme cada sábado por la tarde. Nos habíamos conocido en un café legendario de la calle de la amargura, ese tirón de fotocopiadoras, sodas, cafés y bares que constituyen la arteria principal de la Universidad de Costa Rica en San José. Mi amigo estaba casado con una holandesa, y creo que eso era lo que más me llamaba la atención de él. Yo ya entonces añoraba una vida distinta, lejos de aquel entorno que el destino me había asignado como hogar. Siempre nos veíamos en el café, hasta un sábado por la tarde en que José tocó el timbre de mi casa. “Vengo a ver Sábado Gigante con vos” me dijo mientras se abría paso. Yo no solía ver Sábado Gigante, pero me tiré con él en mi cama a ver ese programa que pese a mis convicciones ideológicas, recalcitrantes en aquel entonces, me hizo reír. A nadie le contábamos de aquella actividad que se convirtió en rutina. Su mujer holandesa no hubiera aprobado sus escapadas humorísticas, y yo no le hubiera podido confesar a mis amigos, con quienes discutía de psicología, literatura y política, que en esas horas que duraba el programa, mientras la risa socarrona de Don Francisco llenaba mi habitación, con mi amigo a mi lado, yo era feliz.
En estos días releí una novela de un tiempo que parece pertenecer a otra vida, aquel tiempo en que yo añoraba lo lejano y extranjero, una vida al otro lado del océano, como si allí fueran las promesas a convertirse en realidad. La novela es “La tregua” de Mario Benedetti. Una novela que pese a ser terriblemente triste y hasta cierto punto cruel, me hizo reír más que llorar. Tirada en mi cama, otra cama, en otra ciudad, subrayaba pasajes y escribía un sinfín de signos de admiración en los márgenes, lo que suelo hacer cuando me río al leer. Mientras me reía y me sentía volver a aquellas tardes de Sábado Gigante, pensaba en lo que las personas de esta cultura en la que vivo ahora, o en otras en las que he vivido (Suecia, Dinamarca y Estados Unidos) dirían de mis signos de admiración, del hecho de que yo me estuviera deleitando con los comentarios de un personaje que visto desde fuera podría ser calificado de homofóbico, sexista y conservador.
Pero yo no leía con la ideología en la mano, hace tiempos que lo dejé de hacer, sino que me dejaba llevar por el ritmo de las palabras, por los dichos y chistes, por el humor del mítico Martín Santomé, tan uruguayo y tan latino a la vez. Y mientras leía y me reía, una hermosa sensación de familiaridad me empezaba a empapar. Yo conozco a ese hombre, a sus hijos, a su suegra y a ese amor joven y fugaz de final fatal que constituyen la bella novela que “La tregua” es.
Leyendo a Benedetti, riéndome con él, comprendí, como lo hizo José aquella tarde en que tocó a mi puerta por primera vez, que el humor está inherentemente ligado a nuestras raíces y a quienes somos en los fundamentos de nuestra identidad. Reírnos, y reírnos en nuestra lengua, es, en cierto modo, el más dulce regreso al hogar.
*Sara Caba es la fundadora y directora de Battersea Spanish, centro de difusión cultural y de enseñanza del español como lengua extranjera. “La Tregua” es uno de los libros que se discutirán en el club mensual de lectura que organiza Battersea Spanish. El club está abierto a nativos y no nativos. Más detalles en http://www.batterseaspanish.com/bookclub/