La Psicomagia: sanando el subconsciente

Oct 01, 2014 Comments Off on La Psicomagia: sanando el subconsciente by

Por Álvaro Moliner 

Jodorowsky por Pascale Montandon-Jodorowsky

Alejandro Jodorowsky (Chile, 1929) es un visionario que ha dejado su impronta en varias generaciones de latinoamericanos. Sus películas y obras de teatro son conocidas en el mundo entero por su carácter vanguardista y transgresor. Sin embargo, lo que menos sabe la gente es que Jodorowsky, además de director de cine, dramaturgo, escritor y actor, es también fundador de una manera de hacer terapia nunca antes vista: la Psicomagia.

Para entender en qué consiste este arte curador habría que remontarse a su génesis, la cual viene perfectamente explicada en los numerosos libros que ha escrito al respecto. El origen bebe directamente de una larga tradición popular que tiene sus raíces en América y Europa y se gesta en un lugar de gran espiritualidad, un país tan misterioso y mágico como México.

El rodaje de la película El topo le llevó a Yucatán y fue ahí donde se encontró con una cantidad abrumadora de hechiceras, brujas, curanderos y chamanes, que le hizo interesarse por sus métodos. La mente científica de Jodorowsky se preguntó cuál era la razón por la que aquellas artes tan contrarias a la lógica hipocrática pudieran tener unos efectos tan decisivos que eran capaz de curar lo que la medicina oficial no curaba.

Durante diez años, el cineasta frecuentó la casa de la bruja Pachita en el D.F., una anciana de ochenta años con mucha fama en todo el país, e intentó desentrañar el porqué de tan milagrosas curas. Las sesiones de brujería comenzaban cuando la complexión de Pachita cambiaba, entonces, entraba en trance y era poseída por Cuauhtémoc. Los visitantes, que eran docenas, debían llevar consigo un huevo de gallina que Pachita les frotaba  por el cuerpo, luego lo abría y leía la clara y la yema. Después venía el diagnóstico. A algunos les recetaba infusiones de cualquier tipo y a otros cataplasmas de excrementos, incluso lavativas de café con leche o comer huevos de termita.

La parte más impresionante de estas sesiones llegaba cuando Pachita practicaba cirugía. Tumbaba al enfermo y rodeaba la zona a operar con algodones, vertiendo alcohol sobre ella. Luego, con sus manos, frotaba hasta que comenzaba a correr la sangre. A veces usaba un cuchillo y muchas otras sus manos desnudas. Era capaz de cambiar un corazón que de pronto sacaba de una urna o de meter las manos en el interior de la cabeza del enfermo. Posteriormente,  envolvía al paciente en unos paños y le dejaba reposar inmóvil durante media hora, so pena de morir si realizaba cualquier movimiento. Si era un truco perfeccionado durante los años o una cirugía que escapa a la inteligencia científica, eso no es lo importante, lo fundamental es el hecho de que el paciente acababa por restablecerse y sanar.

En todos nosotros se esconde la superstición y la creencia a niveles profundos. El cuerpo humano está diseñado para permanecer sano y muchas veces es la propia mente la que ocasiona enfermedades. Esto va más allá de las enfermedades psicosomáticas y algunos estudios elevan la importancia del efecto psicológico en el cuerpo dándole un papel preponderante.

Nuestra mente racional o consciente ocupa un porcentaje reducido del total de nuestra capacidad cerebral. Casi el noventa por ciento de nuestra inteligencia pertenece a la llamada mente subconsciente y esta se dedica a hacer que nuestros músculos se muevan, que se realice la digestión para la obtención de energía, que los pulmones aporten el oxígeno, que los órganos funcionen correctamente, que la sangre nutra todo el cuerpo y que nuestro sistema inmunológico esté alerta ante cualquier agresión.

Esta mente subconsciente es aparentemente inaccesible en la vida diaria pero en estados de percepción alterada, se puede influir sobre ella. Esto es lo que hace la meditación y la hipnosis. Del mismo modo, una fuerte impresión sufrida en nuestra infancia o adolescencia (edad más vulnerable para nuestro subconsciente) o incluso en la edad adulta, puede ocasionar traumas que repercutan no solo en nuestro carácter sino en nuestro propio estado físico. Es por esta razón por la que el chamanismo y la brujería, cuyo componente es casi siempre somático y subjetivo, pueden llegar a sanar: está comunicando con la mente subconsciente.

Durante esos diez años en los que Jodorowsky estuvo estudiando a la bruja, se dio cuenta de que si alguien tenía la suficiente fe como para realizar cuanto ella pedía, esa creencia era suficiente para que el remedio, fuese cual fuese, surtiera efecto.

En su marcha a París y después de la muerte de su hijo pequeño Teo, el artista decidió dedicar toda su energía a sanar a los otros. Pensó que era la única manera de ser útil, olvidando su propio ego y adoptando una actitud de servicio a los demás. Y así fundó la Psicomagia.

El método de la Psicomagia hunde sus raíces en el chamanismo y en el poder sanador del teatro. Desde la Grecia clásica se viene hablando de la catarsis como acto depurador y curador, sin embargo, en la psicomagia cobra una nueva dimensión. Al revivir los sucesos traumáticos se produce un fenómeno de limpieza instantáneo. Otro elemento relevante de este tipo de terapia es el árbol genealógico. El consultor debe averiguar especificaciones sobre los ancestros del consultante porque determinados problemas ocurridos en el pasado se transmiten y se focalizan en el presente.

Con estos ingredientes se cocina el acto psicomágico en el cual el paciente debe realizar un hechizo teatral para hallar el camino de la sanación. Suelen ser actos simbólicos en los que el afectado se deshace un trauma o se enfrenta a un temor oculto para él hasta entonces. Cuando el acto psicomágico está cumplido, Jodorowsky pide que se le mande una carta. Esa es la única retribución que exige.

Cada miércoles, desde hace varias décadas, se puede encontrar al fundador de esta disciplina curativa en el Café Temeraire de París. Por la cantidad de gente asistente, se toma un número que puede salir entre los pocos elegidos para ver al maestro y pedirle un diagnóstico psicomágico. Hasta la fecha, solo el propio Jodorowsky y algunos de sus hijos, son los únicos capaces de aplicar la psicomagia, aunque su fundador asegura que cualquiera que esté bien preparado puede aplicarla. No se trata de charlatanería, o tal vez sí.  Es lo que él llama una “trampa sagrada”.

 

Especial mitos, rituales y magia, La revista

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