Diez Preguntas con la fotógrafa Marta Moreiras
Por Verónica Sanchis
En el mes de junio tenemos la grata oportunidad de entrevistar a la fotógrafa española, Marta Moreiras, quien vive entre Galicia y Londres. Su trabajo tiene un gran enfoque social, sin embargo más recientemente su trabajo investiga mucho su ciudad natal, Santiago de Compostela. Moreiras en la actualidad combina sus proyectos personales con su trabajo como fotógrafa documental y como coordinadora de talleres de fotografía participativa. Asimismo, continúa apostando por el trabajo en colaboración en busca de una nueva dimensión fotográfica.
Marta Moreiras nace en Santiago de Compostela, Galicia. Formada en Comunicación Audiovisual y Filosofía, en el 2009 se traslada a Londres a completar su formación en la UAL (University of the Arts London), donde cursa un Master en Fotografía Documental y Fotoperiodismo. A partir de esta experiencia, le cambia la perspectiva y la forma de trabajar, desde entonces más colaborativa y experimental.
En Londres se sumerge en proyectos artísticos colectivos que intensifican su actividad fotográfica y originan una nueva etapa cargada de energía y de inspiración. Como fotógrafa desarrolla proyectos que combinan una base documental con una aproximación conceptual de la realidad. Destacan sus exposiciones Fridges en el Cuming Museum de Southwark en Londres y su participación en Right before our eyes en el Festival Fotoweek DC en Washington con su trabajo In Sight sobre invidentes en un hospital de Gabón.
Después de quince años fuera de Galicia vuelve a su tierra, donde desarrolla un proyecto personal sobre Galicia y continúa trabajando como fotógrafa mientras explora sus obsesiones, tales como; la comida, el desarrollo, la tradición, la superstición y la historia.
Su trabajo personal se centra en distintos aspectos relacionados con el paisaje y con los valores humanos como elementos determinantes de la cultura y la identidad. Está especialmente interesada en la educación, por ello imparte talleres de fotografía participativa y se muestra muy preocupada por las consecuencias de la globalización en un mundo cada vez más deshumanizado.
Finis Terre es uno de sus trabajos más significativos, donde fotografía y sonido se fusionan en una instalación elaborada en conjunto con Marc Bonet en la galería Espacio 48 de Santiago de Compostela. Objects in mirror are closer than they appear, instalación realizada junto con Maria Chenut, artista residente en San Francisco, representa una de sus últimas y más exitosas colaboraciones.
El trabajo de Marta se ha expuesto en numerosas ocasiones en el Reino Unido, EE.UU., España y Portugal. Algunos de sus reportajes han sido publicados en Colors Magazine, El País, Diario ABC, Revista Luzes, Boston Review, y entre otros.
Ventana Latina: 1. ¿cómo llegas a la fotografía?
Marta Moreiras: La fotografía forma parte de mi vida, siempre ha estado ahí. De niña recuerdo a mi padre haciendo fotos con su cámara réflex, fotos de la familia, de nuestros viajes, de las vacaciones, de todo lo que encontraba. Nos hacía muchas fotos a mis hermanos y a mí, Descubrí muy pronto que lo mío no era estar frente a la cámara, sino detrás de ella. A los 18 años me fui a estudiar Comunicación Audiovisual a Madrid y desde que aterricé no paré de hacer fotos; hasta hoy, que todavía sigo. Mi primer trabajo de fotoperiodista mientras estudiaba la carrera me despejó todas las dudas, quería dedicarme a la fotografía.
VL: 2. ¿qué te importa representar en tus proyectos fotográficos?
MM: Mis proyectos son de lo más variado, no estoy centrada en UN solo tema, sino que cada proyecto responde a una inquietud concreta y a un momento vital determinado. Todos apuntan a temas que me preocupan y que me tocan, sobretodo son temas que me hacen cuestionarme las cosas. Entre ellos están el desarrollo, el paisaje o la comida, tres temas que parecen escogidos al azar, al menos no parecen tener ninguna conexión entre ellos ¿verdad? sin embargo la tienen. Me interesan mucho las historias que hablan de nosotros, de la sociedad de nuestro tiempo, de nuestra vida y de nuestro entorno, de cómo somos y por qué. Mi máxima inspiración está en la vida real, vivir es una experiencia alucinante. Las historias me las voy cruzando en el camino y tengo que fotografiarlas, surgen como un impulso y son una necesidad al mismo tiempo.
VL: 3. ¿cómo fue tu experiencia fotografiando a la comunidad indígena ASHANINKAS en el Amazonas?
La experiencia con los asháninkas fue increíble, no podría haber sido mejor. Surgió de casualidad, aunque parece una de esas casualidades que te están esperando. Estoy deseando volver a la selva y continuar haciendo fotos, todavía hay muchas historias que contar. La comunidad asháninka está viviendo un momento importantísimo, tanto para ellos como para toda la humanidad. Son un pueblo con un pasado durísimo y todavía lo tienen muy reciente, pero son una gente extraordinariamente humana con una energía muy especial. A pesar de lo que dicen y de las ideas preconcebidas que se puedan tener de ellos, sé que las hay, me resultó muy fácil trabajar con ellos y hacerles fotos. También aprendí un montón de cosas con ellos, la vida puede ser de muchas maneras y sin duda la que tienen los asháninkas es consecuente, es responsable y es muy equilibrada, a pesar de los peligros que les rodean. Vivir en un lugar tan rico en recursos naturales tiene sus inconvenientes, hay mucha gente interesada en explotar y destruir ese patrimonio natural y humano, la amenaza es permanente.
VL: 4. La mayoría de tus proyectos se enfocan en la representación de la figura humana ¿cómo surgió tu proyecto Azul Austral?
MM: Es cierto, me interesan mucho las personas, pero el paisaje es un tema que me gusta y que siempre me ha interesado. Azul Austral surgió durante un viaje que hice con mi familia a la Patagonia Argentina. Acababa de morir mi abuelo y mi abuela decidió que quería volver a viajar después de tantos años sin hacerlo; de joven había sido una gran viajera, algo muy inusual en la época en la que vivió, las mujeres no viajaban solas durante la dictadura de Franco, pero ella se recorrió medio mundo. Era un honor y una ocasión muy especial para nosotros, llevaba sin viajar muchos años y ahora quería viajar a la Patagonia y a la Tierra del Fuego, con casi 80 años. Sería de los últimos viajes que haríamos con ella y descubrimos muchas cosas sobre nuestra familia y sobre nosotros. Con ella descubrí que viajar no es solo un privilegio, sino que es una actitud, una forma de ver el mundo en la que hay que tener los ojos muy abiertos. Sigo aprendiendo mucho de ella, aunque ya no está con nosotros.
VL: 5. ¿Piensas continuar trabajando en Sudamérica?
MM: Claro que sí, me encanta América Latina, espero seguir haciendo proyectos, en Sudamérica hay historias increíbles. Me atraen unos cuantos sitios, algunos que ya conozco como Perú, Brasil o Chile, y otros en los que nunca estuve y estoy deseando conocer, como Bolivia ó Colombia. La gente al otro lado del charco está muy viva, su corazón late fuerte, tienen una energía y una dulzura muy diferente a la nuestra que me tiene fascinada. Además, viven rodeados de una naturaleza espectacular.
VL: 6. ¿cómo fue fotografiar MOVE – Life in Boxes? ¿Durante cuánto tiempo realizaste este proyecto?
MM: Llevaba muchos años fuera de casa, rondando un poco por el mundo, y de repente me entraron unas ganas terribles de volver a mi casa, a Compostela. Cuando aterricé me encontré con María, que después de 13 años en Galicia quería volver a San Francisco y sería su primera gran mudanza en más de una década. Yo llevaba a mis espaldas tropecientas (infinitas) mudanzas y me sentí identificada con su situación al instante. Quería retratar una mudanza y la catarsis que supone el acto de empaquetar toda tu vida. Me interesan mucho el cambio, la transformación y lo emocionante que es cerrar un capítulo de tu vida para poder empezar el siguiente. Las mudanzas representan un cambio físico evidente, nos mudamos de escenario, pero también son cambios simbólicos que contienen una carga emocional muy grande. Ver desfilar todas tus cosas ante tus ojos en pocas horas y metidas en cajas, sean muchas o pocas, te hace inevitablemente cuestionarte cosas muy esenciales: quién eres, qué haces aquí y hacia dónde vas. Me parece una experiencia imprescindible, una vivencia por la que todos deberíamos pasar. La mudanza de María, debido a la gran cantidad de cosas que tenía y con todo lo que quería regalar, vender o intercambiar antes de partir definitivamente, duró varios meses. De María me interesaban especialmente dos cosas: la acumulación y el apego hacia los objetos o la necesidad que tenemos de poseer objetos que orbiten a nuestro alrededor y nos hagan sentir cómodos, y la acción de ruptura total con tu vida para empezar una nueva etapa. Yo también estaba empezando un nuevo ciclo y coincidimos en un momento vital muy parecido. Somos una generación que vivimos entre cajas y entre maletas; sea por necesidad o por inquietud, nos pasamos la vida yendo de aquí para allá, mudándonos de casa, de ciudad, de país… El cambio y las mudanzas son una constante en nuestras vidas, creo que las mudanzas son una situación que nos retrata como generación. Mi abuela no se mudó de casa jamás, todavía comemos el día de Navidad en la salón de la casa en la que nació, y eso era lo normal. No sé cómo explicarle que yo ya hice más de veinte mudanzas. Pero así es, y las que me quedan! Eso sí, cada vez tengo menos cosas. Mi última gran mudanza fue de Londres a Compostela y solo me traje 4 cajas y una maleta. ¿Qué más necesitas?
VL: 7. ¿has considerado trabajar con multimedia?
MM: Ultimamente lo pienso mucho. Estoy trabajando en varias ideas que funcionan mejor en vídeo, la imagen en movimiento le da más valor y a veces cuenta mejor la historia. Quiero desarrollar un proyecto que sea solo multimedia, y en ello estamos, pero todavía me queda mucho por aprender.
VL: 8. ¿cuáles son tus influencias fotográficas?
MM: Mis influencias fotográficas son infinitas, como la temática de mis proyectos. Me encantan los clásicos como Koudelka, Kertész o William Klein… y también me interesa mucho la fotografía contemporánea, desde Stephen Shore, William Eggleston o Joel Sternfeld hasta autores más actuales como Simon Norfolk, Sophie Calle, Jonas Bendiksen, Rob Hornstra o Alex Webb. Como ves cosas muy dispares, pero todos con trabajos muy intensos y muy reveladores. Depende de la época, ahora estoy con un libro de Tom Hunter, me gustan mucho sus retratos.
VL: 9. ¿en qué te encuentras trabajando actualmente?
MM: Actualmente estoy trabajando como profesora, impartiendo workshops de fotografía participativa en Galicia. También estoy trabajando en varios proyectos personales. Uno de ellos es sobre comida y diversidad cultural en Londres, un lugar que considero el epicentro de Europa y la ciudad más vibrante del continente. Otro es sobre Galicia, donde exploro el vínculo que existe entre la cultura y el paisaje en la periferia de Europa, un lugar con un síndrome de fin del mundo – geográfico y mental – muy particular. Últimamente me interesa mucho el retrato y estoy dándole vueltas a un proyecto que será únicamente de retrato, algo que hasta ahora no hice nunca, pero la ocasión lo merece.
VL: 10. ¿cómo ves la fotografía hoy en día?
MM: Veo una explosión de talento y de inquietud muy motivadoras. La fotografía se fusiona con otras artes y se combina con otras disciplinas que enriquecen el medio y las posibilidades de contar historias aumentan de forma exponencial. Veo un caldo de cultivo muy interesante. Hoy puedes encontrar fotógrafos de todas las partes del mundo haciendo proyectos interesantísimos, con perspectivas distintas, explorando y traspasando los límites de la narrativa visual en busca de un lenguaje nuevo, de un lenguaje total. A pesar de la crisis que vive el sector desde el punto de vista de la financiación y de la subsistencia, vivir hoy de tus fotografías se está haciendo complicado, la fotografía está más viva que nunca. Es una herramienta de comunicación súper potente y no parece tener límites. Además de verla como una herramienta, también entiendo la fotografía como una forma de vida, como un método de búsqueda muy efectivo; es un estilo de vida al que si te subes, ya no sabes ni quieres bajarte.
Para ver más del trabajo de Marta Moreiras, aquí.