Poesía de Catherine Bernales
Catherine Bernales es periodista y cuenta con un Máster en Edición literaria de la Universidad Complutense de Madrid y el Grupo Santillana. Durante sus estudios de posgrado, obtuvo matrícula de honor por su proyecto editorial Alas de Papel.
Nacida en Santiago de Chile, ha residido durante los últimos años en diversas capitales culturales como Barcelona, Madrid y Londres, que se han transformado en fuentes de inspiración para su poesía multicultural y de añoranzas a su tierra querida.
Durante su paso por España, Catherine colaboró con la editorial Impedimenta, trabajó como profesora de inglés y participó en las populares jam sessions poéticas del Bella Ciao, un clásico en la escena literaria madrileña.
Actualmente vive en Inglaterra donde colabora en la radio y ha realizado cursos de profundización en lengua inglesa en la Universidad de Westminster y la Universidad de las Artes, ambas en Londres.
3 POEMAS DEL LIBRO NÓMADAS DE CATHERINE BERNALES
CIUDAD EN 5 TIEMPOS
Londres, te hallé de improviso. Ibas en dirección contraria hablándome de Babel y paseándote con el mundo entero.
Londra, de orilla a orilla me enseñaste las 28 formas de cruzar el Támesis.
¿Qué hiciste para que volviera a dejarlo todo? ¡Para que volviera paupérrima a correr detrás de ti!
¿Fue un mind the gap en el metro? ¿Fue tu aliento a curry al medio día? ¿Fueron las pints pm de tus barrios bajos? ¿Tus paraguas afilados? ¿Tu talento en cebras por Abbey Road?
Fuiste tú, ciudad fría y lejana. Tu cacería intrépida, tus sílabas costosas. Vivías desenfrenada. Me gustaba tu color.
MEMORIA DE UN VIVERO
Reflexiones en el campo chileno
Riégame a cántaros y púrgame con tus pompas de savia
Que quiero drenar mi pena con el amparo de tus raíces.
Luego exfóliame con firmeza, escurriendo en mi piel tus cristales de aloe,
¡que quiero brillar!
sentirme viva y majestuosa,
¡en fotosíntesis, en plenitud!
Y cuando retorne a la semilla,
a la yema, a la hoja ,a la flor y al fruto,
Aclárame con agua sagrada de huerto
que hoy he vuelto a renacer.
Quiero desayunar de tus tallos,
Con mermelada de guindas
y a pies descalzos.
Recorrer tus hectáreas copiosas
Que algún día rechacé.
O tus senderos con bocas de mar,
Que abandoné a medio camino.
Y ahora busco mis pupilas entre tus margaritas amarillas
Y te robo los pétalos para poder pestañar
Avanzo con los párpados bien sellados
con los ojos muy abiertos,
Sólo me entero al despertar.
Al despertar, estando despierta,
No somos más que un estado de frágil memoria.
CORDILLERA
Reflexiones desde un paisaje plano
Tú siempre incondicional,
genoma montañoso de mis células andinas. Te ignoro la mayoría del tiempo,
no puedo vivir sin ti.
Los que ya se fueron te buscarán por siempre,
mas yo te persigo y te reinvento sobre monotonías llanas en estratos foráneos.
Silenciosa, no me pides nada a cambio, sólo estás ahí,
nevada en invierno y agreste en verano. Tu figura indómita,
tu escoliosis kilometrada, tus vertebras sedimentarias y mis latidos graníticos.
No hay tapujos ni secretos entre nosotras porque somos una, paridas de la misma corteza. Aunque estás lejos, siempre cerca,
me pierdo en tus recodos fértiles inhalando, desde lejos,
la hierba fresca de tus papilas silvestres.
Y me pierdo…me pierdo…
Y más arriba el silencio,
en el litio de tus salares,
en las tersas hebras de tus alpacas,
en el desfile selecto de tus flamencos minerales y en la geografía pura que grava mi ser.
Sigo escalando,
me filtro por tus quebradas angostas, secas, copiosas,
que calman mi sed de ti.
Desciendo a través de macro formas ilegibles, demasiado lógicas para mi poca lógica, esquiando desde tus más altas cumbres, deslizándome hacia el vacío incierto,
que me arrastra por tus pies torrentosos entre meñiques de litre y talones de arrayán.
Cómo sería introducirme en lo hondo de tus cráteres volcánicos, entre las cenizas de tu combustión,
en el humo confuso de mi confusión, en tu lava ardiente, despiadada,
y en lo más profundo, el magma de tu ser; mi fuego, tu fuego.
Yo me agitaría
la ciudad temblaría
y los cielos se sacudirían.
Bastaría un movimiento de la corteza
para desatar mi adrenalina furiosa, fogosa, porque cuando tú te mueves,
reina el caos.
De pronto, la liberación súbita, el brote de tu contenido mineral, el éxtasis de nuestra pasión,
cálida en el norte, templada en el centro, gélida en el sur.
¡Oh, Cordillera de los Andes, Cordillera de Chile!
Quiero petrificar mi alma sumergiéndome contigo bajo el mar eterno.