Reseña del libro “Nómadas” de Catherine Bernales
Por Carolina Navarrete Higuera
La figura del nómade es a menudo asociada al vagabundeo, a la ida, al abandono, a la inestabilidad, y entonces, por más que parezca una paradoja a la tierra, al territorio, a la parcela. Nómadas es una antología que convierte esa contradicción del abandono y de la vuelta al territorio en su fuerza vital. Múltiples itinerarios y geografías, diversidades de temas y sentires son abordados en la obra, todos ellos enraizados al lugar común de acogida y apego que es el origen. El “genoma montañoso de mis células andinas” pulsa en un yo poético que aunque ha abandonado espacios territoriales nunca ha dejado de perseguir y reinventar su geografía natal.
Catherine Bernales, chilena, periodista y editora literaria, actualmente viviendo en Londres, nos entrega su primera antología de poesía Nómadas, publicada por Editoriales Mago en Santiago de Chile en el 2015. El excelente prólogo escrito por la poeta Virginia Cantó describe de manera acabada el itinerario de los veintiséis poemas que componen la obra.
Las rutas propuestas por Catherine pueden ser leídas como verdaderas cartografías, pues los lectores son invitados a descubrir nuevos espacios memoriales. Nos encontramos con una cartografía territorial que emana de los recuerdos íntimos de la poeta que instaló su mirada en los detalles de las geografías más diversas: recorremos la ciudad de Madrid a través de un balcón estrecho, Londra y su heterogeneidad, “los pueblos nubios” ancestrales de Egipto, el “puente colgante de Cauquenes” y nos subimos a las falúas intemporales que inundan el río Nilo. También se inaugura una cartografía sobre la música y el arte que determinan el ritmo creativo de la escritora, la cual rinde pleitesía a los sonidos nimios de la naturaleza, al “zigzagueo en disyuntiva” del tango, a la “bahiana de las trenzas” encarnando la “pura samba, libre, resbaladiza”, al tenor Caruso que con “cada nota se desviste un sentimiento”. La poeta esboza los cromatismos del paisaje de los “nenúfares de Monet”, trasladándonos a su vieja casa en Giverny. Interesante, sobre todo para un lector atento, es su cartografía culinaria vinculada con Chile donde es imposible no pensar en el extenso poema Epopeya de las bebidas y comidas de Chile de Pablo de Rokha[1], y las odas de Pablo Neruda[2] dedicadas a los platos típicos de la nación. La poeta evoca los cinco sentidos inundándonos con los aromas de un cebiche de angulas, con el sabor de un jugoso pebre o “elixir vegetal” y con la melosa “vía láctea” del manjar chileno. Finalmente, nos encontramos con una cartografía íntima vinculada a la madre, a la amistad y a los recuerdos de la niñez.
En cada poema vemos una búsqueda de la palabra justa, un alto sentido del compromiso con la propia lengua y sobre todo con los sonidos que la vieron nacer. Porque por más que la poeta contamine el espanol con voces extranjeras, siempre vuelven a resonar los ecos del “reino de la lengua tan míos y tan de otros”.
La colección que acoge a Bernales es dirigida por la poeta chilena Carmen Berengher, artista visual y una de las escritoras más importantes de Chile.
[1] De Rokha, Pablo, Antología 1916-1953, Santiago de Chile, Multitud, 1954.
[2] Neruda, Pablo, Odas elementales, Buenos Aires, Losada, 1954.