Pablo Gignoli: bandoneoneando en París
Este 16 de diciembre se presentó en la sala Studio de l’Ermitage, en el distrito 20 de París, TAXXI Tango XXI, una orquesta de tango nuevo conformada por artistas argentinos y franceses. Entrevistamos a su líder, el bandoneonista y compositor argentino Pablo Gignoli.
Por Marilyne Buda.
Ventana Latina: ¿Cuál es tu historia personal con el bandoneón?
Pablo Gignoli: Mi relación con el bandoneón es un defecto de familia. Es una herencia paterna que rechacé durante mucho tiempo. Luego, fui encontrando qué hacer con el bandoneón, más allá de la herencia que tiene el instrumento mismo con el tango. Me encontré a mí mismo y encontré a gente con la que podía hacer otro tipo de música, más relacionada con el rock, que es la música con la que me crié.
VL: Pero llegaste al tango…
Pablo Gignoli: A principios de los años 2000, conocí a músicos de tango que tenían ganas de hacer otra cosa que tango clásico. Pasó algo muy particular en Argentina: después de la crisis del 2001, en vez de decir vamos a hacer dúos o tríos, dijimos vamos a hacer orquestas. Ya que no había plata para nada, en vez de intentar ganarnos la vida con la música, decidimos hacer música como lo sentíamos, expresándonos. Las crisis siempre pueden ser una salida de emergencia importante para las manifestaciones artísticas. Empecé a tocar en la Orquesta Imperial –“Imperial” por la cerveza– y ahí conocí a gente de la Orquesta Típica Fernández Fierro –que antes se llamaba Fernández Branca en alusión al Fernet– con la que tocábamos clásicos del tango con arreglos propios, o composiciones propias.
VL: El tango ha evolucionado mucho.
Pablo Gignoli: Hay diferentes tipos de tango. Tenés el tango clásico que se escucha en las milongas, que se toca para bailar. También tenés lo que se heredó de Astor Piazzolla. Piazzolla era un músico de tango gigantesco: lo hizo todo, y lo que menos hizo en realidad fue música para bailar. Hizo mucha música académica y también mucha música popular, que se puede escuchar en cualquier calle del mundo. Pero la rama académica de Piazzolla siguió evolucionando a tal punto que el tango se terminó alejando de la gente, porque es demasiado complicado. Llegó a un punto en que, a mi gusto, es hacer música sólo para mover los dedos o por la intelectualidad pura de la música, que tal vez no llega a la parte emocional o más terrenal del oyente. Después de un concierto, a veces, no te queda nada.
VL: ¿Qué buscas en la música?
Pablo Gignoli: La música no existe, es como una especie de atmósfera que viaja en el viento. Y los músicos succionan esto que está en el aire, y cada uno lo emite de su manera. Me ha pasado varias veces de terminar de tocar y que venga alguien y me diga: tal cosa me hizo llorar. No es únicamente un sentimiento melodramático: a esa persona le pasó algo por la cabeza, le trajo un recuerdo. A mí en particular me gusta mucho la música popular y me gustan mucho las canciones. Soy un poco conservador en ese sentido, aunque siempre me ha gustado la improvisación libre, hacer ruido con el instrumento. Me gusta que la música sea clara, concreta, que diga algo. Quiero tener bien claro cómo contar una historia: todo tiene un principio, un desarrollo y un final, como la vida. La idea es llegarle al corazón de la gente, que les pase algo, que tengan ganas de bailar, de llorar, de reírse, de romper todo…
VL: ¿Cómo definirías el bandoneón? ¿Qué particularidad tiene?
Pablo Gignoli: Un bandoneón es un aerófono de teclado, como un acordeón pero con más madera y con un sonido más dulce, menos metálico. Es un instrumento extremadamente expresivo. Se puede ser muy preciso con la dinámica de volumen, y suena muy fuerte. Todas sus teclas están desordenadas entonces es complejo de estudiar. También es muy difícil de dominar porque es pesado y constantemente en movimiento. Y por cierto, dicen que es muy atractivo, ¡muy sexy! Por otra parte, no se consigue mucho porque es muy antiguo, se dejó de fabricar con la Segunda Guerra Mundial, aunque ahora se estén construyendo algunos. Casi estuvo en vías de extinción, pero ahora cada vez más se vuelve a usar. Está directamente ligado al tango, suena un bandoneón y la gente piensa que es tango, aunque estés tocando otra cosa.
VL: Si tuvieras que dar unos nombres de bandoneonistas que te han marcado…
Pablo Gignoli: Bueno, Astor Piazzolla ni hablar, de hecho trasciende el bandoneón mismo, es un compositor único que va más allá, como Miles Davis con su trompeta. Me vienen tantos nombres, gente conocida como Frank Zappa, Pedro Laurenz, Dino Saluzzi,… También Daniel Vinelli, Néstor Marconi, Julio Pané… Y también muchos amigos míos, como Martín Sued, un bandoneonista genial que tiene una relación admirable con su instrumento.
VL: Llegaste a Francia hace tres años, y tienes dos grupos aquí.
Pablo Gignoli: ¡Sí! El más chiquito es un dúo con el argentino Sebastián Volco, que se llama Volvo & Gignoli, piano y bandoneón. Somos amigos desde hace mucho tiempo, vino a Francia por un tiempo, una semana después que yo, y se quedó. Tocamos mucho, hicimos algunas giras por los países vecinos. Sebastián es un gran compositor y hacemos sobre todo temas nuestros, y un poco de tango a nuestra manera. También hacemos algún folklore, o tomamos temas de rock argentino, de Luis Alberto Spinetta o Charly García por ejemplo, y los hacemos instrumental. La música que hacemos no es del todo agradable, no hay un ritmo constante, hay siempre un nervio, algo que intenta salir de la oscuridad. Tiene que ver con la Argentina, que es un país que está siempre en problemas.
El otro grupo es TAXXI Tango XXI. Es un proyecto más personal ya que viene de una iniciativa mía, pero somos nueve personas: ocho músicos (dos violines, viola, violoncello, piano, contrabajo, dos bandoneones) y un cantante. Yo digo que es un grupo de “tango francés”, porque lo estamos haciendo acá y ahora. Estamos terminando de grabar nuestro primer disco que abre con tres temas que están basados en el famoso leitmotiv de la Sociedad Nacional de Ferrocarriles Franceses (SNCF) y que están dedicados a los borrachos y a las prostitutas de la Rue du Faubourg Saint-Denis, que fue mi primer hogar en París. Mi propuesta es tratar que la música signifique algo, y encima si es música instrumental, darle un marco de fantasía que signifique algo. El disco termina por el tema “Julie”, que era una prostituta de la Rue du Faubourg Saint-Denis: fui invitado a tocar un bolero en la misa por su fallecimiento, con alrededor de 60 prostitutas. Este disco es una pequeña fotografía de esa zona de París, aunque puede ampliarse a cualquier zona del mundo.
VL: ¿Cuál es tu idea de la felicidad?
Pablo Gignoli: La paz.
VL: Si no fueras músico, ¿qué te gustaría ser?
Pablo Gignoli: Yogui.
VL: Una última pregunta… ¿Qué se siente en estos momentos difíciles, aquí en París y a nivel mundial?
Pablo Gignoli: Te voy a responder algo muy utópico, porque no da ponerse a analizar la situación mundial en este momento, es muy complejo. Creo que hay bastante gente buena en el mundo para que entre todos podamos tener un mundo mucho mejor. Mucho mejor. Y me parece que habría que acabar definitivamente con las religiones. No con la diversidad cultural, porque la religión muchas veces está ligada a eso. Pero la religión como institución que gobierna la mente de la gente y reprime su conciencia. Bueno, hay muchas otras cosas: la educación, el tema de las energías, la alimentación… Pero creo que hay bastante material humano para que un día nos demos cuenta de que todo puede ser mucho más fácil. Aunque claro, es muy utópico.
Los invitamos a disfrutar de la canción Julie https://www.youtube.com/watch?