Diez preguntas con el fotógrafo venezolano, Luis Cobelo
Por Verónica Sanchis
Para este mes he tenido la grata oportunidad de entrevistar al fotógrafo venezolano, Luis Cobelo, quien se ha dedicado a la fotografía desde una temprana edad, pero quien hoy también se desenvuelve en los ámbitos de la curaduría, educación y editorial fotográfica. Luis es el editor jefe de la revista de fotografía documental contemporánea latinoamericana LAT Photo Magazine ( www.latphotomagazine.com) la cual representa un gran punto de encuentro y de plataforma para fotógrafos latinoamericanos tanto emergentes como consagrados.
Asimismo, les comparto a los que siguen esta sección que esta será mi última publicación de Fotografía Latina en Ventana Latina. Me gustaría agregar que ha sido un gran y lindo camino recorrido, con el equipo de Ventana Latina y en donde cada mes desde el 2013 he disfrutado de compartir los diferentes enfoques fotográficos que se dan en América Latina tanto en festivales, museos, colectivos, editoriales, etc.
Me enorgullece cerrar este ciclo de entrevistas con una persona que se ha dedicado durante largo tiempo a la fotografía, pero que a su vez hoy también se dedica a promover y a dar luz a fotógrafos emergente y consolidados en toda América Latina y quien también busca que esta práctica se convierte más democrática en nuestra región. Los invito a que lean esta linda entrevista donde Cobelo nos habla de como lega a la fotografía, sus proyectos actuales, la fotografía actual en América Latina, entre muchas cosas más.
Luis Cobelo nace en 1970 en Acarigua, Venezuela. Realiza estudios de Filosofía en la Universidad del Zulia, Maracaibo, Venezuela.
Desde 1993 hasta la actualidad ha participado en numerosos salones de arte y festivales de fotografía a nivel mundial, destacando en Venezuela 4 salones de Arte de Aragua, 2 salones Michelena y la Bienal de Artes plásticas de Mérida; Generación 2000, PhotoEspaña, Fotonoviembre, Getxophoto 2011 en España y la Bienal Iberoamericana de fotografía de México. Individualmente ha expuesto su trabajo en Venezuela, Francia, España, Alemania, Ecuador y Argentina.
Desde el 2001 a la actualidad, trabaja de manera independiente y se dedica a la producción de reportajes de fotografía documental en América, Asia y Europa que ha publicado en revistas internacionales como El País Semanal, Rolling Stone, Maxim International, 7K, DOMinical, El Semanal XL, National Geographic, Esquire, GQ, Vogue UK, Glamour y Etiqueta Negra. En Argentina colabora con el semanario dominical del diario La Nación y en México y Colombia para la revista VICE.
En el año 2011 fue nominado para el premio UNICEF Picture of the Year y en 2012 recibe el Hasselblad Latinamerican Photographer en la categoría documental.
En la actualidad, Cobelo, se encuentra desarrollando varios proyectos en Cuba, México, Venezuela y Colombia.
Ventana Latina: 1. ¿Cómo llegas a la fotografía?
Luis Cobelo: Se lo debo a mi padre Manolo, era muy aficionado a todo lo referente con la imagen. En casa había cámaras de video, de súper 8,16mm, y algunas análogas de diferente formato. A los 17 años le quité prestada una cámara que por ese entonces era de las más modernas de la época y después de una primera clase introductoria por su parte sobre el diafragma, las velocidades y el ASA de los carretes, me convertí en el fotógrafo de las salidas familiares. A los 19 ya sabía que me dedicaría a la fotografía y me fui a estudiar Filosofía en la Universidad del Zulia en Maracaibo. Tuve después otros dos maestros, una profesora de química aficionada al revelado y copiado en blanco y negro que me enseñó todo acerca del tema, y un cineasta argentino, que me enseñó a trabajar con lo que tuviera a la mano.
En la universidad trabajé en un pequeño periódico de la Facultad de Ciencias e hice mis primeras exposiciones. Cuando pensé que podía hacer arte, fue muy emocionante. Más adelante estuve como fotoreportero en diarios venezolanos cubriendo la crónica de sucesos y al mismo tiempo seguía participando en los salones de arte venezolanos más importantes.
Pasado algunos años, me fui de Venezuela a vivir a España y me hice independiente. He realizado muchos encargos específicos de revistas de España y de muchas otras partes. En mis trabajos fotográficos hay personas maravillosas que hoy son parte importante de mi círculo social cercano y eso es una ganancia absoluta.
Después de muchos viajes alrededor del mundo, de renovaciones laborales y personales, sigo haciendo lo mismo, que es hacer reportajes que siempre parten de ideas propias, y bien pueden ser cosas que me gustan de la sociedad o no. La fotografía es el motor de todo lo que he hecho en mi vida, sobre todo para enriquecerla y no convertirme en un cretino
V.L: 2. ¿Cómo surgió LAT PHOTO MAGAZINE?
L.C: Desde hace años, me rondaba por la cabeza hacer una revista donde solamente publicaran fotógrafos(as) latinoamericanos y de temas relacionados con la región. Esto es algo que nació de algo que me pasó a mí con mi trabajo. Mi trabajo se concentra sobre todo en latinoamérica, cuando vivía en España viajaba muchas veces al año hacia toda América a realizar mis reportajes y nunca hice nada sobre Madrid, por ejemplo, que era donde estaba mi hogar, y allí también pasan cosas y hay historias. Cuando regresé a vivir a Venezuela después de 10 años en España, al principio hice la cosa al revés, viajé a Europa a hacer historias. Algo no estaba bien obviamente. Solo tenía que mirar hacia mi entorno, allí estaba todo, delante de mis narices, solo se trataba de concretar qué debía hacer. LAT Photo Magazine nace de la necesidad de decirle a los fotógrafos que trabajen sobre temas que muchas veces nos pasan desapercibidos en nuestra cotidianidad. No hace falta irse tan lejos para encontrar documentos fotográficos. Podrán venir siempre fotógrafos de todo el mundo a seguir fotografiando la región a su manera, con su sensibilidad, respeto y objetividad, y en algunos casos con su idea preconcebida. Ahora hay autores latinoamericanos que están haciendo cosas sobre su cultura y de paso, aprendiendo sobre ella, mirándola de otra forma.
Hoy, después de 9 números, la revista se ha convertido en una referencia obligada de lo que ocurre en la actualidad en la fotografía latinoamericana. Junto a otras revistas que ya existían lo que hacemos es aportar a la promoción y divulgación de los fotógrafós(as) que están trabajando en la región.
Hago un trabajo de editor dentro de la revista, pero la selección de los trabajos corre a cargo de los editores/curadores invitados, que aceptan el reto de conocer lo que se hace por la región latinoamericana. Todos lo hacen sin cobrar un peso.
Yo sigo siendo fotógrafo, no es mi intención convertirme en curador, soy un apasionado y estudioso de la fotografía y sobre todo de la que se hace en latinoamérica. Es un placer enorme promocionar el magnífico trabajo que hacen algunos fotógrafos latinoamericanos.
V.L: 3. Siempre estás en constante movimiento, viajando, talleres, convocando, historias editoriales, etc. ¿Cuál es tu percepción de la fotografía en América Latina hoy en dia?
L.C: Que está en crecimiento aunque falta mucho por ver y hacer. La fotografía se ha puesto de moda como profesión y hay cientos de personas cursando talleres y diplomados en escuelas regadas por el continente. Van dos años en los que aparecen estupendos fotógrafos noveles y no tanto, con proyectos geniales, y es cuestión de tiempo para que sigan apareciendo nuevos ensayos interesantes. Se nota que hay producción, pero es cierto que son muy pocos los que logran hacer algo coherente y sólido.
En todos los países del continente están sucediendo cosas, en unos más que otros pero la realidad es que en este momento, se mueven energías positivas y en unos años veremos hacia donde irán todas ellas: hacia un pozo vacío o serán las bases de la historia de un nuevo tiempo.
V.L: 4. ¿Qué crees que hace falta ver en la fotografía Latinoamericana?
L.C: Menos proyectos en blanco y negro. Una de las cosas que te da el blanco y negro es mucho margen de equivocación, de comodidad y esa zona de confort es de donde deberían salir muchos fotógrafos. Para casi todos los mi generación, el blanco y negro era un paso obligatorio. Unos lo convirtieron en su marca y hasta hoy continúan e hicieron de la técnica un lenguaje, una marca personal intransferible. Hoy no es obligatorio y pienso que es mera experimentación. Creo que se abusa demasiado de ello, y sobre todo en Latinoamérica, haciendo que las imágenes sean tan sucias como lo representado, que es usualmente tragedias, miseria, pobreza, enfermedades, violencia y caos. Por otro lado, si se analiza concienzudamente cada proyecto en B/N se verá que las imágenes son tan parecidas entre los autores que es difícil diferenciarlos.
Menos fotoperiodismo. Y no solo hablo de Latinoamérica, sino de todo el mundo. Ligado a mi teoría del blanco y negro, tengo otra de que el fotoperiodismo es un zombie, un muerto en vida que no ofrece novedades sustanciales a la fotografía actual. Solo cambian los autores. Las enseñanzas se mantienen de generación en generación. Repito, todo es tan parecido que ya no se sabe de quién es algo. El año pasado hubo hasta más de 200 fotógrafos de agencias y revistas haciendo un trabajo sobre Cuba. No recuerdo hoy alguno que destacara profundamente, todo era lo mismo: burros, autos antiguos, el malecón y los pescadores, niños jugando en la calle, hombres sin camisa, la miseria, los edificios y su deterioro, la arquitectura y los grafittis comunistas, es decir, todo lo que estamos acostumbrados a ver sobre ese país. No todo es eso ¿O si?
No hay duda que la búsqueda de un lenguaje personal es la clave. Hay bastantes autores que lo han logrado y siguen haciéndolo, aún así me gustaría ver más proyectos personales íntimos no tan abstractos, menos egocéntricos y más expandibles. Donde existan elementos intelectuales, cínicos, irónicos, sarcásticos, alegres o tristes. Donde la intención del autor sea concreta y perceptible y no sea un simple espectador o un ”turista de autobús”. Que sean trabajos que ayuden a comprender mejor nuestra idiosincrasia y nuestra cultura, dejando atrás los clichés repetidos tantas millones de veces sobre la región. Que dejen una marca indeleble en las retinas y las conciencias de las personas, no solamente en los que se catalogan como expertos en fotografía. Ensayos que se conviertan en obras de arte y que no se olviden con facilidad. ¿Cómo se logra todo esto? Investigando sobre cualquier cosa que nos cueste entender. Interesándose por la física cuántica y el origen del mundo, en la ingeniería, en la química, en la sicología y la filosofía, en la geología y la antropología, en la medicina, en la poesía y la novela, y por sobre todo, en la historia y la gente que está en todo lo que acabo de nombrar.
V.L: 5. Háblanos de tu experiencia para llegar al Mérida Foto 2015
L.C: Fui invitado por su director Marcel Del Castillo a participar como expositor y preferí hacer una intervención callejera con material fotográfico desechable de 101 retratos de los últimos 10 años. No quiero ahora exponer en espacios cerrados. Es obvio que el público que accede a las salas es mínimo comparado con la calle, donde está cualquiera, y aunque es cierto que no todos lo entenderán quizá con que solo se pregunten algo de esa imagen ya será un logro importante. Acercar al ciudadano a cosas que en principio no parecen interesarle es arriesgado pero necesario y por la experiencia vivida, fue fructífero y enriquecedor. Fue muy divertido ver las reacciones de la gente. Intervenir algunas paredes de la calles del centro de la ciudad fue genial. Algunas fotos duraron dos días, se las robaron o las rompían. Las que permanecieron, al tercer día opté por arrancarlas y regalarlas. Espero que la propuesta haya sido el inicio de lo que pudiera convertirse en algo menos guerrillero y con mejor y mayor apoyo presupuestario.
Fueron 4 días intensos y de mucha felicidad en torno a la amistad y el amor por la fotografía, sobre todo la que se hace en Venezuela.
Me sorprende y me encanta que dentro de la programación esté el único salón fotográfico que existe en el país, y mucho mejor aún, que sea íntegramente venezolano. Hay gente que está haciendo cosas espectaculares y otros que no van a continuar. No hay que engañarse.
Falta mucho por hacer. Sin embargo la semilla está germinando y se ve la fuerza de la raíz.
Mérida Foto es hoy la referencia para saber qué es lo que se está haciendo en la fotografía venezolana y los ponentes y expositores invitados acercan al público a lo que en el mundo se está haciendo. Es muy importante destacar que hubo en Venezuela un vacío de varios años durante los cuales no hubo festivales o encuentros fotográficos independientes políticamente. Pero los fotógrafos, maestros y veteranos, siguieron trabajando y en este festival están teniendo su espacio para mostrar lo que están haciendo e hicieron, y continúen enseñando a las nuevas generaciones. Es nuestro deber como creadores y fomentadores seguir apostando por esta iniciativa y hacer que sea mejor cada año.
V.L: 6. Háblanos de tu relación con Gimnasio de Arte en el D.F
L.C: Desde el año 2012 en que conocí a sus directores he estado involucrado en la oferta pedagógica que hacen en Ciudad de México con varios talleres al año y revisiones de portafolios. Son en mi opinión el mejor lugar donde se enseña fotografía en México, sin pretensiones, con crudeza y realidad, que es lo que hace falta.
V.L: 7. Qué libros fotográficos recomendarías como inspiración
L.C: Para leer, “El beso de Judas” de Joan Fontcuberta y “Sobre la fotografía de Susan Sontag. Cualquier libro fotográfico de Fontcuberta es una inspiración como “Contranatura” por ejemplo. Aunque existen libros de fotografía desde hace muchos años, tenemos el auge enorme de los fotolibros, autofinanciados o no ( y más divertidos y personales) en los últimos 5 años. Me encanta “Party” de Cristina De Middel y “Pain” de Toni Amengual. “Moisés” de Mariela Sancari es un libro fabuloso. Mauricio Toro Goya de Chile tiene varios, pero me quedo con “Milagreros”.
Ojalá perdure más este boom de producción de fotolibros, aunque a veces pienso que el mercado está sobresaturado. No sé quien tiene tiempo para ver tantos libros y tantas fotos. Me temo que llegará un tiempo en que bajará irremediablemente la fiebre por hacerlos, lo cual es bueno, porque dentro de toda esta ansiedad editorial fotográfica hay cosas realmente nefastas.
V.L: 8. ¿Crees que Instagram es una herramienta de trabajo para los fotógrafos hoy en día?
L.C: Cuando empecé en la fotografía un maestro muy querido me dijo “pobre, vas a sufir un montón siendo fotógrafo”. Tuvo razón. Es igual a la vida, que se conforma de sufrimientos y alegrías, porque nada te prepara para el futuro. Instagram ha acelerado todo, en un minuto puedes estar catapultado hacia el éxito inmediato sin apenas digerirlo y si algo malo te sucede con borrarte de la red es suficiente. Entonces surgen verdaderos seres insufribles e inseguros. Con miedo al fracaso, donde los tropiezos no existen.
Ha variado la forma de ver la fotografía, por un lado la ha banalizado, y en ese saco hemos entrados todos, y por otro lado la ha puesto de moda y ha permitido que se puedan expresar muchas ideas a través de fotos, aunque éstas sean tantas que la velocidad con la que va no dé tiempo de parar a leerlas.
A mi me ha permitido conocer gente y acercarme a situaciones de una forma más expedita, pero antes, hace 10 años lo lograba igual de otra manera. Solo ha cambiado la inmediatez. El caso es que para bien o para mal ha servido y es hoy un espacio que yo por ejemplo lo uso como diario personal y laboral.
Hay millones que lo usan como el diván de una consulta al sicólogo, dejando que sus miles o millones de seguidores se conviertan en los jueces de sus patologías, algo que considero muy peligroso mirando hacia el futuro de la estabilidad mental del que se expone demasiado.
Hoy nos estamos comunicando más con imágenes y mucho menos con textos, -casi no escribimos con lápiz o bolígrafo-, entonces eso es fotografía. Pero seguimos siendo muy pocos los que nos gusta de verdad el hecho fotográfico. Y no hablo de los lugares comunes como “una imagen vale más que mil palabras”, hablo de la fotografía como memoria, de sentir, de imágenes que puedas recordar por años.
Instagram es una red social y por tanto, es fácil caer en el juego de una verdad ficticia, regulada por likes. Ahora mismo, existen miles de personas jugando a ser fotógrafos, descubriendo millones de maneras de hacer fotos. En el momento en que la red haga su bajada a los infiernos para establecerse posteriormente, lo cual llegará tarde o temprano en algún momento, supongo que muy pocos afrontarán el oficio de la fotografía de forma seria para sus vidas.
Conozco varios casos de personas que se convirtieron en fotógrafos a través de Instagram. La aplicación estimuló su proceso de búsqueda hacia una verdadera vocación. También ha elevado a la fama a cientos que a veces podríamos pensar “¿qué demonios es eso?”, pero la red es democrática y libre, como lo es el que yo pueda opinar al respecto.
Y como todo en las redes sociales, si no te gusta algo lo quitas o no lo ves.
V.L: 9. ¿En qué proyecto te encuentras trabajando actualmente?
L.C: Ahora mismo estoy preparando viajes a Cuba y Colombia para realizar unas historias ya específicas encargadas por los medios donde trabajo. También, estoy realizando proyectos a mediano plazo desde hace unos meses en México y España.
En paralelo a esto estoy fotografiando a personas que no han tenido relaciones sexuales jamás en sus vidas.
V.L: 10. Háblanos del trabajo curatorio que hiciste sobre fotografía venezolana para el Photographic Museum of Humanity.
L.C: El trabajo de curador es muy interesante pero no es mi intención convertirme en uno como dije anteriormente. Hay demasiados.
Mi curiosidad y mi experiencia por hacer diferentes cosas me lleva a veces a revisar portafolios, curar exposiciones, y editar trabajos de amigos fotógrafos que me lo piden. Igual ayudo a promover algunos de sus trabajos en las publicaciones donde regularmente trabajo ya que no soy quisquilloso a la hora de dar mis contactos a los que me lo pidan siempre que sea con algo concreto y que tenga peso editorial.
Como curador también soy un ser humano, con subjetividades inherentes que no puedo ocultar. Si creemos que un curador es Dios estamos jodidos. Aunque peor es aquel curador que se lo crea.
Fui invitado por Photographic Museum of Humanity a realizar una selección de lo que yo pensaba se está haciendo en torno a la fotografía en Venezuela. Aunque fue dífícil abarcar en 5 autores lo que está pasando actualmente en la fotografía venezolana, los autores escogidos trabajan partiendo desde un conflicto, interno o externo y están inconformes.
Su estrategia como fotógrafos canaliza esa rabia subyacente que está insertada como un virus fastidioso dentro de la gran mayoría de la población venezolana fotografiando algo que los inquieta, que los perturba, es ahí donde surge el pensamiento y la protesta inteligente.
En los últimos años en Venezuela el panorama político ha marcado demasiado la mirada de los fotógrafos. Muy pocos han sabido sacar de todo este caos trabajos que permitan racionalizar sin divisiones lo que está pasando en el país. Por un lado están los trabajos que muestran la realidad, cruda y sin censura, directa y de alguna forma lo que se espera ver como producto de una crisis incontrolable: anarquía, crimen, impunidad, miseria y violencia. Luego están los ensayos donde el fotógrafo(a) explora también en toda esta crisis, pero la transforma en arte y lenguaje personal, le imprime una huella propia, dejando de ser masivo y por lo tanto mucho más poderoso su mensaje. Aquí es donde está el verdadero futuro de la fotografía venezolana ( y latinoamericana) : en la representación individual de la realidad.