Entrevista a Carla Badillo Coronado: “La poesía me da una libertad única”

Jan 17, 2017 Comments Off on Entrevista a Carla Badillo Coronado: “La poesía me da una libertad única” by

Por Carla Loaiza desde Ecuador, Latinoamérica.

La poesía siempre ha sido un terreno fértil para jóvenes ecuatorianos dedicados de lleno a la literatura como es el caso de Carla Badillo Coronado (1985). Esta joven ecuatoriana poeta, escritora, periodista y traductora ha logrado en pocos años adentrarse en el mundo de las letras y sorprenderse asimisma y a su público con sus versos y prosa que han logrado varios reconocimientos nacionales e internacionales; entre ellos, el XXVIII Premio Internacional de Poesía de la Fundación Loewe, a la Creación Joven  (2015) por su poemario El color de la granada, que lleva el mismo nombre de una cinta del director armenio Sergei Paradjanov (1924-1990) que inspiró a esta ecuatoriana.

Su texto fue escogido entre 800 manuscritos de 29 países que postulaban al premio y publicado este año por la Editorial Visor. Carla se ha instalado en Lisboa desde hace siete meses, en los cuales ha escrito diarios de viaje, obras de teatro y varios proyectos artístico literarios que la han llevado a recorrer Portugal, adonde llegó guiada por su “intuición” que la utiliza como un GPS. A fines del año pasado hizo una pequeña pausa y regresó a su natal Ecuador como invitada a la Feria del Libro de Quito 2016. Ventana Latina conversó con ella.

 

Ventana Latina (VL): En tu discurso de aceptación del Premio Loewe a la Creación Joven, decías que la poesía es tu “trinchera” ¿desde cuándo diste ese significado a la poesía en tu vida?

Carla Badillo Coronado (CBC): Creo que desde siempre, al menos desde la intuición. Pero si debo ubicar un momento específico, yo diría que a los 19 años, cuando entendí que sería mi forma de encarar la vida. La poesía me da una libertad única, precisamente, porque no se limita a ser un género literario, su naturaleza huye de cualquier definición. La poesía está hecha de aproximaciones, de revelaciones, de intuiciones y, en ese sentido, jamás me ha interesado etiquetar o encasillar mi escritura en un determinado grupo. Mi poética es una sola, pero sus manifestaciones son múltiples, diversas, híbridas. La poesía es la que mueve los hilos del mundo y es tan generosa que ni siquiera necesita de los poetas para existir.

VL: Refiriéndonos a El color de la granada ¿por qué el interés particular en el poeta Sayat Nova?

CBC: En realidad mi interés inicial no fue Sayat Nova, pues no lo conocía; fue sólo a partir de la película de Sergei Paradjanov que lo descubrí. Recuerdo que las primeras imágenes me volaron los sesos: poesía visual pura y dura, una belleza arcana imposible de olvidar. A los pocos minutos tuve que parar y entonces escribí doce poemas en seguida. Una semana después lo retomé y fui escribiendo, paralelamente, el libro; la  trama como eje transversal. Si Paradjanov había traducido la vida de Sayat Nova en imágenes, yo lo que hice fue traducirla en poemas. Desde entonces me metí de lleno en su historia y, pese a las distancias espacio-temporales (él nació en Armenia en 1712) tenemos un vínculo estrecho, yo diría que casi místico. Sayat Nova era un poeta, músico y ashik (trovador itinerante) que iba de pueblo en pueblo construyendo instrumentos y cantando sus poemas. Al igual que Homero, vivía en la oralidad.

VL: ¿Te pareció arriesgado utilizar el mismo nombre del filme de Sergei Paradjanov para tu libro?

CBC: No, para nada, el título nació muy claro y fue consecuente con esta historia. El color de la granada es la columna vertebral entre la poética de Sayat Nova, Sergei Paradjanov y la mía; desde luego, cada uno con sus particularidades y distintos lenguajes.

VL: ¿Cuánto tiempo te tomó en terminar el poemario?

CBC: El tiempo en que una granada demoró en descomponerse ante mis ojos.

VL: ¿Qué ha significado para ti que tu obra sea reconocida a nivel mundial?

CBC: ¡¡Mundial!! No, en absoluto. Mundial es una palabra excesiva y, sobre todo, ajena a la verdad. Ni siquiera Nicanor Parra, Anne Carson o Charles Simic– que merecerían ganar el Nobel hace rato-, Blanca Varela, Mark Strand, o Raúl Gómez Jattin  –por citar algunos poetas que me gustan– son conocidos más allá de ciertas fronteras territoriales y lingüísticas; no se puede decir lo mismo de mi obra que apenas empieza y es una hormiga en la línea del tiempo. Es lógico que ganar un premio (prestigioso en términos de quienes lo validan) le otorgue cierta atención a un libro, pero no hay mejor jurado que el tiempo. En ese sentido, la distribución de mi libro ahora es más amplia, pero nada más. Mi prioridad es ser consecuente con mi creación y mi vida, todo lo externo es circunstancial, yo escribiría aunque nadie me leyera porque me resulta vital.

VL: Has pasado varios meses en Lisboa, ¿por qué escogiste este lugar? ¿Qué hay en ese lugar que te inspira?15268048_1472348886126941_6720126306233533660_n

CBC: Todo. Lisboa tiene todo lo que me interesa y siempre más. Llegué por cuatro días y ya llevo siete meses viviendo en el wild side de la tierra de Pessoa. Llegué sin conocer a nadie y haciendo couchsurfing por primera vez, pero al poco tiempo ya conocía a la gente de Mouraria como si hubiese pasado meses. Siempre digo que mi GPS es la intuición, así fui conociendo gente increíble, potente, creativa, generosa, real y con ellos me sumergí de inmediato en la escena underground de esta ciudad; sin egoísmos ni arribismos ni todos esos ismos tan conocidos en nuestro mundillo literario de pueblo chico infierno grande. Aquí también comencé a escribir una obra de teatro y ya llevo once diarios de viaje, además de otros proyectos. Pero uno de los que más me entusiasma tiene que ver con música y se lo debo a un explorador de sonidos maravilloso: Nuno Afonso, con quien, básicamente, hacemos eso: exploramos la palabra y los sonidos, a partir de la improvisación, usando instrumentos, pedales, consolas análogas y otros elementos no convencionales. Otro gran viaje.

VL: ¿Cómo fue el reencuentro con Ecuador ahora que fuiste invitada a la Feria Internacional del Libro 2016?

CBC: Corto, pero intenso. Reconfortante sobre todo a nivel personal porque pude abrazar a mi clan más cercano (sobre todo a mi hermana con quien vivimos, a la distancia, un proceso delicado de salud, del que afortunadamente ya está recuperada) y dormir unos días en mi cama, rodeada de mis libros.

En cuanto a la FIL es otro cantar. Me llevé una decepción que, en realidad, no debería sorprenderme; año tras año. El Ministerio de Cultura reproduce los mismos errores de siempre y no hay un proyecto sólido, real, a largo plazo, y mucho menos una agenda que asuma riesgos. La inoperancia siempre invalida procesos reales, aunque exista voluntad. Espero de verdad que un día Quito tenga una FIL de verdad y no esa casa abierta que nos imponen sin ninguna incidencia real en el público.

VL: En la FIL de Quito no pudiste hacer el lanzamiento oficial de El color de la granada, ¿qué ocurrió?

CBC: Tendrías que preguntarle a la organización de la FIL, a mí también me extrañó pues muchos autores, nacionales y extranjeros, presentaron sus libros y no sé cuál era el proceso que debía cumplir para ‘calificar’. Desde que llegué en marzo a Europa he armado un sinnúmero de recitales en el camino (muchos de ellos con la comunidad de migrantes ecuatorianos en España, a quienes dediqué mi premio) y quería hacer algo distinto en la FIL, con toda esa experiencia cargada en el viaje; pero, paradójicamente, el único lugar donde no pude hacerlo fue en mi propia ciudad. Fue ingenuo creer que podría sacudir en un programa tan convencional. En todo caso fue bueno, algún día los presentaré a mi aire y sin apuros.

VL: ¿Qué impresiones te dejó la reciente FIL de Quito?

CBC: Te pongo tres ejemplos básicos, que te darán una noción de lo qué ocurrió: En una de las actividades, cinco minutos antes de empezar mi recital, se acercó recién una chica a preguntarme por alguna biografía sobre mí para la presentación. ¿De dónde la iba a sacar? Terminó leyendo una info súper desactualizada de algún blog. Nadie fue capaz de pedirme en dos meses nada. En una de las actividades nocturnas me escribieron un poco antes para avisarme que los poetas invitados nos limitaríamos a leer un par de textos que luego una persona cantaría, y así fue. Yo no entendía cómo se quejaban del presupuesto para terminar trayendo poetas de fuera para leer dos textos de otra persona y que eso fuera todo. Yo esa noche quebré el protocolo y, por respeto a la gente y los amigos que asistieron, leí extracurricularmente. Creo que lo mejor de la FIL, como ha ocurrido siempre, son los stands de las editoriales independientes.

VL: ¿Cómo ves a la literatura ecuatoriana hoy en día?

CBC: Bastante fértil, diversa, con voces potentes que no dejarán indiferentes a los buenos lectores.

VL: ¿Un autor o autora ecuatoriano(a) qué destaques?

CBC: Hay muchas voces interesantes ahora mismo, pero si tengo que citar apenas dos, diré Kelver Ax y María Auxiliadora Balladares.

VL: ¿Un libro que ha marcado tu vida?

CBC: Uno es imposible, pero sí remarcaría El extranjero de Albert Camus. Lo descubrí  a mis doce años, en una edición muy barata y vieja en la casa de mis abuelos, que tampoco es que eran lectores (pero tenían una sabiduría nata) y lo guardaban, supongo, por alguno de mis tíos. La primera frase me voló la mente. Su forma directa, dura, con la que iniciaba me atrapó. Entonces me guardé el librito y lo leía casi como algo prohibido, me dije cómo será escribir una historia. Ahora esa edición ocupa un lugar muy especial en mi biblioteca y, desde luego, en mi vida.

VL: ¿Una película?

CBC: Igual que los libros: una sola me resulta imposible, pero dado que voy a verla por cuarta vez, me animo a recomendar I clowns, una de mis películas fetiches, un documental tributo al fascinante mundo de los payasos; un viaje de 92 minutos por los circos europeos más destacados de la vieja guardia. Admiro a quienes transforman sus obsesiones en algo digno de ser visto mil veces sin cansarse. Admiro todo aquello que invita a una nueva lectura. En este caso admiro lo que (Federico) Fellini supo transformar en imágenes. El circo era algo que desde niño le perseguía y esta película fue una forma de saldar cuentas consigo mismo. El mundo, y no solo mi pueblo —decía el director— está poblado de clowns.

VL: ¿Cuándo volverás a Ecuador?

CBC: Creo que en el primer trimestre de 2017.  Sin embargo, al contrario de lo que creí en un inicio, este viaje no terminará allí; pienso volver en marzo a Lisboa para de ahí seguir viajando a otros puntos de Europa, antes de llegar a Armenia. Ahora que mi visa de larga estancia finalmente ha sido aprobada, podré moverme con más calma. También pienso escribir un texto sobre el genocidio armenio por parte de Turquía -el primero del siglo XX-, que justo el año pasado cumplió los 100 años. Pero no tengo prisa, sigo mi ritmo, y el Monte Ararat seguirá allí. Eso, desde luego, si es que el mundo no se acaba antes.

OBRAS

Carla Badillo Coronado ha publicado los poemarios Partituras Incompletas (apuntes de música y otras obsesiones) —Premio Nacional de Poesía César Dávila Andrade 2011—, Belongings / Pertenencias (Los Ángeles, 2009) —Premio Moradalsur 2010— y El color de la granada‘ (Visor, 2016) —XXVIII Premio Internacional de Poesía de la Fundación Loewe, a la Creación Joven—. En ficción ha publicado la novela breve Abierta sigue la noche —Mención de Honor del Premio La Linares 2015 y Mención de Honor en el Premio Joaquín Gallegos Lara 2016. Se desempeñó como periodista en la Casa de la Cultura Ecuatoriana, en la sección Cultura de Diario El Telégrafo y en la revista cultural CartóNPiedra, entre otros. Ha colaborado con revistas y antologías de Ecuador, Estados Unidos, España e Italia.

 

 

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