Poesías por Fernando Chelle
Fernando Chelle (Mercedes, Uruguay, 1976). Poeta, narrador, ensayista, corrector de estilo y crítico literario.
Autor de los libros: Poesía de los pájaros pintados (Colombia, 2013); Curso general de lectoescritura y corrección de estilo (Colombia, 2014); El cuento fantástico en el Río de la Plata (Colombia, 2015), Muelles de la palabra (Colombia, 2015); Las otras realidades de la ficción (Colombia, 2016) y El cuento latinoamericano en el siglo XX (Colombia, 2016).
Su obra poética forma parte de diversas antologías. Ha participado como conferencista en diferentes encuentros de escritores y ferias del libro. Sus poemas, ensayos y críticas literarias se han publicado en revistas, periódicos y portales literarios de numerosos países. Parte de su poesía ha sido traducida al italiano y al portugués. Es Cónsul, en Uruguay, del Parlamento Internacional De Escritores de Cartagena, coordinador, en Cúcuta, del Parlamento Nacional de Escritores de Colombia y miembro de la Asociación de Escritores de Norte de Santander. Ha recibido dos menciones en poesía: en el XI Concurso literario Bonaventuriano de poesía y cuento(Cali, Colombia, agosto de 2016) y en el III Concurso internacional de poesía “La palabra de mi voz” (Miami, EE. UU, agosto de 2016). Obtuvo la primera mención en narrativa, en el V Concurso literario de poesía y narrativa, organizado por el Espacio Mixtura, de la ciudad de Montevideo, Uruguay (agosto, 2016).
Reflejo
Algunas veces veo en el estanque
sobre un tapete de luz infinita
temblar de frío a la luna.
Pienso que el agua,
no la culpo por eso,
al sentirse presa y sola
en las noches heladas,
sueña y se cobija
con historias de apariencias.
Muelles de la palabra
La evanescencia de la palabra me salva del mundanal ruido,
las hay sentimentales, impresionistas, pintoras,
son muelles del verbo eterno
que nos roza en la garganta,
en los pulmones.
El himno gigante sigue anunciando
y corre, se ramifica y como siempre
se dilata en nuevas sombras.
Las páginas brillan,
ahora resplandecen y se modifican,
pero son páginas,
no humo, perfume, sonido o viento.
La palabra
cabalga sus nuevos corceles,
compañeros del poeta
que sigue cantando, gritando, viviendo,
ahora despojado del métrico corsé
y de la rima represora,
ahora lejos del mármol y las escalinatas
camina por las calles con todo el pecho al viento.
La palabra ya no quiere ser el queso de las ratas,
quiere estar ahí, inmediata y cotidiana,
enamorada de los guantes, las calles,
la sopa y las colmenas.
Preferí beber tus ismos,
zurcirte, engarzarte y presentarte
pura, directa y palpitante,
con un verbo libre que viaje
hacia asideros que lo terminen de nacer,
donde habitan mis cómplices,
mis hermanos.
El cuchillero
Un esquivo pez de luz
como un tajo de plata en la noche
desató la tormenta.
En la esquina del triste farol
calló la sangre negra
y se arrastró en la sombra
como una serpiente
de mil cabezas
moribunda
agónica de borbotones.
La luz de luna
derramada en los viejos adoquines
lustró, todavía más, los mocasines en fuga.
Después, todo fue silencio
quedó sola la esquina
el farol, los adoquines
y hasta la luna en el cielo.
La hora intempestiva
Siento desierta la siesta de enero
todo es sol y chicharra
sequedad, polvo y silencio.
Será que seré el único
con los ojos abiertos
en medio de las llamas
de estas calles resecas.
Tal vez yo sea el sueño
de una almohada en el suelo
junto una cama grande
al pie de la simiente.