Superficialidades de los movimientos feministas en Chile en la primera mitad del siglo XX
Por Camila Ibarra
Durante la primera mitad del siglo XX, las mujeres que pertenecían a movimientos sociales feministas ayudaron a reducir la inequidad de género en Chile creando conciencia y resaltando las injusticias sociales que ellas vivían. Sin embargo a pesar del rol crucial que estos movimientos sociales jugaron la relación entre organizaciones feministas y la política fue de manera superficial en Chile. Este trabajo en desarrollo pretende resaltar la inequidad de género en Chile durante la primera mitad del siglo XX, como un problema que afectaba a las mujeres con respecto a sus derechos reproductivos y su dependencia económica, para poder entender el contexto en que vivían las mujeres. Además se definirá el concepto de feminismo y cómo éste era expresado como un movimiento para las mujeres en América Latina. Finalmente se analizará el nivel de compromiso en que las mujeres estaban involucradas en los movimientos feministas y políticos en donde diversas variables influyeron como por ejemplo el nivel de industrialización del país, la autodefinición como movimiento y como mujer, la influencia de hombres que trabajaban en política o la Iglesia Católica.
Para este estudio se utilizó el concepto de equidad de género propuesta por la UNESCO, la cual está relacionada a la “falta o mala calidad de educación, pobreza, aislamiento geográfico, estatus minoritario, discapacidad, matrimonios a temprana edad y embarazos, violencia basada en el género y actitudes tradicionales relacionadas al estatus y rol de la mujer”.
La familia, los derechos reproductivos y la dependencia económica
Con respecto a la familia, como explica Martha Nussbaum, la mayor parte del tiempo el amor y cuidado son sinónimos para casarse, sin embargo los matrimonios también son el perfecto escenario para la creación de opresión, violencia y dependencia. Como resultado de esta situación diferentes políticas públicas y leyes se han creado para proteger a la mujer (Nussbaum, 2000, 220). La definición genérica de equidad de género mencionada anteriormente por la UNESCO sirve para contextualizar lo vivido por mujeres chilenas e inglesas a principios del siglo XX y el rol que tuvieron los movimientos sociales para poder ponerle término o aportar a disminuir estas injusticias sociales (Nussbaum, 2000, 220).
Específicamente, en Chile las leyes que existían no cumplían con la definición de Nussbaum y éstas no protegían del todo a las mujeres, es más, las políticas públicas del período vulneraban los derechos de las mujeres durante la primera mitad del siglo XX y haciendo referencia al Código Civil de 1855 y la Ley de Matrimonio de 1884. Éstos establecían que en todo matrimonio el hombre tenía poder absoluto sobre su esposa e hijos, y que todo hijo o hija nacido fuera del matrimonio era considerado ilegítimo, no teniendo el infante ninguna protección legal (Lepin, 2016, 74). Marginando a la mujer a su mínima expresión, no teniendo poder político ni social y dependiendo completamente del marido. El poder ejercido sobre la mujer no solo era sicológico o físico muchas veces también económico. Fue recién en la segunda mitad del siglo XX, en 1952 cuando el Congreso votó a favor que las mujeres pudieran tener control de su propio salario y propiedades según informe de la Cepal de ese año.
Con respecto a los derechos reproductivos en Chile de la mujer entre 1900 y 1950 mecanismos de control de natalidad como pastillas anticonceptivas, condones o en casos extremos aborto no existían legalmente (Informe Amnistía Internacional). No existen informes de principios del siglo XX que reflejen estadísticas del número de abortos realizados en Chile, sin embargo la falta de información no significa que estos no existieran durante esos años (Informe Amnistía Internacional). Sin leyes que protegieran a las mujeres en sus libertades económicas y reproductivas la dominación del hombre dentro del matrimonio estaba presente en el diario vivir de las mujeres.
Una de las razones del por qué las leyes no apoyaban a las mujeres era porque eran diseñadas e implementadas bajo los puntos de vistas de los hombres, siendo las mujeres vulneradas en su derecho a la libertad (Lyndon, 1989, 22). En este escenario las mujeres no podían ser independientes y la mayor parte del tiempo su autoestima y desarrollo emocional se veían mermados. Como consecuencia de la inequidad de género en ambos países fue que movimientos sociales como el feminismo aparecieron para crear conciencia y cuestionar lo que estaban viviendo las mujeres en Chile. Como la académica Gilda Luongo declara que verter las fuerzas femeninas a la política es un paso a la libertad de las mujeres (Luongo, 2013, 245).
El feminismo como respuesta a respetar los derechos de la mujer
El feminismo ha sido definido como un movimiento que tiene como objetivo cambiar el statu quo de la sociedad (Hunter 31). Profundizando esa idea, para la historiadora Karen Offen feminismo es “un concepto que abarca tanto un sistema de ideas como un movimiento de cambio socio-político basado en un análisis crítico del privilegio masculino y la subordinación de las mujeres dentro de cualquier sociedad” (Offen, 1994, 271). Otros autores como Myra Marx Ferree y Carol McClurg han separado el feminismo de un movimiento social cualquiera. Ellos coinciden con que cuando un movimiento femenino es dirigido por mujeres es ahí cuando podemos hablar de un movimiento de mujeres feministas (Ferree, 2004, 577). Marx Ferree se refiere también a que las mismas mujeres pueden provocar y producir nuevos movimientos en donde su objetivo es el feminismo aclarando que “el feminismo circula entre los movimientos, tiene mayor o menor prioridad sobre los objetivos propios del movimiento y puede generar nuevos cambios sociales incluyendo movimientos femenino” (Ferree, 2006 7).
En Chile las mujeres en 1913 se estaban movilizando, creando el primer movimiento feminista bajo el emblema “conocimiento es poder” intentando expandir los derechos femeninos ligados a su educación (Pardo, 2001, 73). Este movimiento ayudó a lograr la ”Ley Amunátegui” que alentaba a las mujeres a ir a la Universidad. En esos mismos años otros movimientos feministas surgieron en Chile como los “Centros Femeninos” en las minas de salitre en el norte del país liderados por el Partido Obrero. Estos movimientos seguían en la línea que la educación llevaría a la mujer a su emancipación, ya que postulaban que debían educarse para poder liberarse del fanatismo religioso y de la opresión masculina (Pardo, 2001, 73).
La efervescencia de organizaciones comenzó y en 1922, el Partido Cívico Femenino fue fundado por mujeres laicas, también en 1935 se fundó uno de los movimientos más importantes como fue el “Movimiento Pro Emancipación de la Mujer Chilena“ que no solo tenía seguidores en la capital, Santiago, sino que también en regiones. La importancia de este movimiento fue tal que logró la ” Ley 6.020″ la que estableció un salario mínimo para la mujer y hombres logrando ciertos derechos igualitarios (Pardo, 2001 73). Sin embargo a pesar de la creación de movimientos y organizaciones realzando los derechos de la mujer a lo largo del país, no fue hasta a mediados del siglo XX que la mujer pudo votar y participar libremente en la política chilena, 33 años después que en Gran Bretaña y existiendo sólo cambios en las esferas políticas, ya que con respecto a los roles dentro de la familia o los derechos reproductivos no había avance alguno.
Si bien el poder sufragar significó un gran avance para las mujeres chilenas, estos cambios políticos no traspasaron la barrera social pudiendo influir el desenlace en el grado de participación y compromiso de las mujeres pertenecientes a los movimientos femeninos de la época. Según esta investigación una de las variables fue el grado de industrialización del país.
Variables que influyeron en el surgimiento del feminismo y su relación con la política
En Chile la casi nula participación de la mujer vinculada a la industrialización del país afectó a que se lograra la emancipación de las mujeres en su totalidad. Para la académica Erika Verba las ideas de Amanda Labarca, una de las más importantes feministas del país que estaba detrás del despertar de las mujeres, estaban totalmente relacionadas con el modernismo del país, es decir que si el progreso que tanto los políticos socialistas anhelaban llegaba a Chile era inevitable que el feminismo existiera (Verba, 1995, 6). Sin embargo si bien hubo mejoras que trajo el modernismo en términos de justicia laboral como la ley de la silla, del descanso dominical y de contrato de trabajo, en relación a preguntas de género no existían cambios notorios (Memoria Chilena).
El poco involucramiento en la industrialización en Chile se debe a los roles que tomaban hombres y mujeres en la sociedad de la época, en donde la mujer se restringía en el mundo doméstico y el hombre en el laboral. Estos estereotipos estaban apoyados por una fuerte Iglesia Católica, la cual reforzaba que la primera responsabilidad de las mujeres era cumplir con su rol doméstico y reproductivo (Memoria Chilena). La líder Amanda Labarca al ver que el feminismo no surgía como en otras partes del mundo lo justificaba diciendo que en Chile aún no debía ocurrir el voto femenino ni otros derechos, ya que para ella primero debían existir las condiciones sociales para poder terminar con la injusticia de género, y esto no iba a ocurrir solamente “por el lujo de quererlos y que en Chile ese escenario aún se veía lejano” (Memoria Chilena).
Que la propia líder del movimiento feminista no defendiera la idea de derechos sociales para las mujeres, estaba relacionado a la débil definición de la “mujer chilena” que tenían de ellas mismas. Existen académicos que reconocen que la falta de auto definición era una característica típica de la mujer chilena de la época. Las mismas feministas chilenas que pertenecían a la media y alta sociedad declaraban que ellas eran diferentes a las otras mujeres modernas y progresistas del mundo, ya que ellas eran “más domésticas, más ligadas al futuro del hogar, de la familia y de los niños” (Verba, 1995, 6). Ellas veían estas definiciones como positivas, es más, expresaban que estas características las iban a llevar a lograr objetivos para terminar con su condición inferior relacionada a lo económico, político o social. Sus estrategias para lograr esas metas estaban relacionadas a “su buen y amigable temperamento propio de la raza chilena” (Verba, 1995, 6). Ellas estaban convencidas que definiéndose de manera diferente a las mujeres del mundo y con estas características las hacía especial y únicas.
Las mujeres de la época no se dieron cuenta que esa mujer chilena de buen temperamento no las hacía más independientes ni modernas o progresistas. Fue en los años de la Unidad Popular en que recién académicos coinciden que la mujer comenzó a tener un rol activo en la política. Antes de esta época las mujeres no estaban conscientes de la existencia del género en política y no tenían una posición definida o clara. Las mujeres de la época declaraban que faltaban muchos años para que ellas mismas pudieran comprender cuál era el verdadero sentido e importancia de la emancipación femenina (Maravall, 2012,1).
La falta de independencia de la mujer podría entenderse debido al legado patriarcal que dejó la colonia Española en Chile que se veía reflejado en gobiernos dominados por hombres conservadores, no teniendo la mujer representación alguna. Esto se debe porque los políticos creían que los derechos femeninos no eran tan relevantes como otras causas relacionadas a la exaltación masculina en la política (Errázuriz, 2005, 257). Asociando las leyes y políticas femeninas a lo doméstico y al trabajo del cuidado como sinónimo de fortalezas femeninas maternales siendo esto una asociación cultural (Rodríguez, 2011, 258). Según la historiadora Javiera Errázuriz, quien analizó discursos políticos del periodo, en el mundo político masculino los temas relacionados a mujeres y al voto eran tratados con extrema cautela para evadir la discusión. Durante las sesiones parlamentarias los políticos otorgaban razones triviales para negarle a la mujer el derecho a votar, como por ejemplo los altos costos que significarían aumentar los registros electorales si es que se incluía una mayor población de votantes. Sin embargo Errázuriz estima que la verdadera razón del actuar de los políticos era que estaban atemorizados por las consecuencias que esto podía significar en el orden social y político. Durante años la respuesta femenina fue nula, ya que para la historiadora las mujeres de la época no tenían el poder o la fuerza para cruzar los límites impuestos por una élite conservadora y masculina (Errázuriz, 2005, 257).
En la misma época en que la injusticia social rodeaba los temas femeninos, surgen fuertemente los ideales del Marxismo y del Socialismo, que estaban liderando en países de América Latina como fue el caso de Chile durante la primera mitad del siglo XX. Existían dos discursos políticos relacionados a la mujer que resaltaban, uno, apoyaba el derecho de la mujer a ser tratada en igualdad de condiciones al hombre, y el otro, respetaba a la mujer y sus derechos, sin embargo por la única razón que la esposa de un hombre socialista siempre debía estar a su lado. Este último concepto estaba apoyado por la Iglesia Católica, la cual reforzaba los conceptos de culpa, ya que esta institución establecía que la responsabilidad cívica pasaba a segundo plano en cuanto a responsabilidades se trataba, siendo su primer y más importante rol dedicarse a cumplir lo doméstico y reproductivo (Memoria Chilena).
En conclusión, los movimientos feministas fueron cruciales para el alcance de los derechos de las mujeres en la primera mitad del siglo XX. Gracias a estos logros políticos y sociales las mujeres mejoraron su calidad de vida y proyección futura. Sin embargo los movimientos femeninos chilenos influyeron de una manera superficial. Las razones del impacto se debe al nivel de industrialización del país y la autodefinición del movimiento. De igual manera que se analizó el grado de involucramiento también este artículo ha podido comprobar que estos movimientos femeninos sí ayudaron a mejorar la vida de las mujeres e intentaron terminar con la inequidad de género en Chile.
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