Poesías por Italia Boliver Reynaud
Dr Italia Boliver Reynaud. Escritora y académica. Licenciada de la UNAM en donde estudió Lengua y Literaturas Hispánicas y Doctora en Filosofía y Letras Hispánicas por la Universidad de Londres. Ha publicado sobre todo en el área de estudios culturales y crítica literaria y dado conferencias a nivel internacional sobre Literatura Latinoamericana del Siglo XX. Asimismo, ha formado parte del equipo editorial de revistas y casas editoras tanto nacionales como internacionales tales como Editorial Clío; Letras Libres; Contemporary Magazine; The Journal of Latin American Studies y más recientemente, Stacey International. Actualmente vive en el Reino Unido en donde imparte clases de Lengua, Cultura y Narrativa Hispanoamericanas en la Universidad de King’s College London. Su especialización es en arte moderno europeo y en la obra del escritor argentino Julio Cortázar.
Encierro crítico
Llevo en mí la experiencia de las hojas
cayendo de los árboles
en el otoño.
Un río de acero
que lo arrastra todo a su paso
y un remolino de lodo.
No hay cenizas aún,
todo arde.
La confusión pervive en los estantes
desiertos,
llenos de ojos.
La teclas suenan como navajas,
como dientes.
Hay espacios cerrados
como cajas de madera,
una silla,
una mesa,
el sonido de las palabras
que se forman en el plasma
sin voz.
No quiero escribir más.
Lo digo en voz alta
Sin que nadie escuche.
Hay días en los que siento su furia
y tengo miedo de perder el habla,
entonces callo.
Camino en círculos,
me repito a mí misma
los minutos.
Soy en cuerpo y alma
agonía irrevocable.
Destino aceptado
pero a veces
hay una llama dentro de mí
que quiere crecer,
cambiar,
que quiere salir a las calles,
roja,
morada,
naranja,
como un grito de horror,
como un deseo no saciado.
Un deseo de vida,
de vida no saciada.
Pero no pasa nada.
Al final,
la llama se extingue derrotada
como si volviese el fuego a la tierra
o el lodo al río
y entonces,
me convierto en barro;
en estatua de sal
sin sol.
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Ausencia de Cuba
Que me sepa mal
El sabor a sal
Del mar
Que me duela el sol
De una tarde de ron
Que me lastime
La brisa del malecón.
♦
Digital
Desde la primera línea que traza el teclado
hasta el último píxel de tu imagen
me abro.
Me despliego ante ti
como un libro no leído,
sostengo entre mis dedos tu presencia
como si fuese el tallo de un olivo
sagrado.
Te hablo
del otro lado del plasma,
y en la inmensidad del silencio implacable
me olvido.
♦