Poesía desde Cuba, por Judit Herrera
Judit Herrera
Nació en La Habana. Es Licenciada en Historia del Arte por la Universidad de La Habana.
Su obra poética ha sido galardonada en varios eventos literarios entre los que se encuentran el 470 Aniversario de la Fundación de Ciudad de la Habana (1989) y el Premio Luis Rogelio Nogueras (1990). Ha publicado dos libros, Pequeños Cantos (1990, Ediciones Extramuros) y Las Ínsulas Extrañas (2006, Edición Personal), este último en Madrid.
Vive en España desde 2002.
Visitación
Alguién llega, brevísimo,
a visitar la solitaria playa de tu sueño.
En un instante cruza
y contempla el fluir del cuerpo que perdura
junto a la orilla iluminada.
Sobre esa sombra se posa
furtivo como los resplandores de la noche.
Con dígitos de ámbar o de bruma
recorre la silente desnudez de los párpados.
Tu mano o quizás el sueño de tu mano
roza el filo de se viento,
de esa visitación,
de este extraño
que se aleja,
brevísimo.
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Cántico V
Ah, dulce oscuridad
donde las manos del perdón te encuentran
y el cuerpo en su quietud
renuncia.
El silencio se abre como una flor insomne
y su caliz recóndito
es el cosmos total
donde la noche canta.
Ah, alta paz de la sangre,
profunda desnudez,
soledad plena.
Ronda el ser en secreto
por las grutas del agua.
Hunde su fiebre el ser
en el barro abisal
de lo que olvida.
Herida de silencio
la memoria es un pájaro
que cruza la espesura.
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Mis amigos cubanos escapan a Miami
Mis amigos cubanos escapan a Miami
(se está quedando sin cubanos Madrid)
Y desde la otra orilla
Me hacen llegar sus guiños de sirena
Recibo sus retratos donde admiro
Sus ombligos opíparos, sus mesas pantagruélicas,
Yo me alegro y sonrío.
Y pienso que está bien.
Mis amigos cubanos convocan mi añoranza
Me hablan del mar lustral
Que les llena los ojos de luces y esmeraldas
De arenas de alabastro,
De insólitos verdores,
Mis amigos cubanos saben que aquí hace frío
Y me tientan la sangre con tibieza y dulzor,
Los escucho y sonrío.
Y pienso que está bien.
Ahora que es primavera
y resucita la acacia en mi ventana
y el pájaro agorero de la lluvia
profetiza el dominio
del fruto y la alborada
quiero cantar, España, tu nobleza
la hondura con que preñas
mi corazón henchido
el amor que te tengo
la luz con que me atas.
Ah, patria de los brazos abiertos
tierra donde aprendí a ser libre,
tus altos campanarios hacía tiempo
me gritaban tu nombre
y yo dije ese nombre
con susurros de niña estremecida
recorrí tus ciudades herida de punta de nostalgia
llagada la mirada de mar y soledad.
Y yo andaba sangrando
y tú me restañaste
Y yo andaba desnuda
y tú me cobijaste
Y yo andaba asustada
y tú me susurraste
tu nana de cebolla y aguaceros.
Derramaste en mi arteria
El vino dulce amargo de tus penas.
Tú señalaste
mi corazón golpeado
y se hizo primavera.
Ni lamentos, ni infamias
ni quebrantos
me apartarán de ti,
nodriza furibunda
que amamantas mis días
con tu calostro grave
de centurias y soles.
Quiero vivir en ti
lo que me quede
de rama verdecida.
Quiero morir en ti,
dormirme entera
debajo de tu piel,
bajo un olivo
donde en invierno,
dulcemente,
se detenga la nieve.
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Tiempo
Tiempo, furor oscuro
juntos, tú y yo, otra vez sobre la luz humana.
No esperaba volver a ser en tí sonido
canto de ti de nuevo entre tus alas.
Transida permanezco junto a la orilla pálida
de la vida que pudres.
Sobrevivo en mis vértebras y en mi sangre que vaga
mientras los sueños cruzan las ciudades, los páramos
que alzas y precipitas
en el ara violenta de tu mano.
A donde iremos, Tiempo
a dónde iremos a través de la espesa
procesión de los días.
Llueven tus multitudes sobre la piel del mundo.
Eres el ornamento feroz de cuanto habitas.
Olvidados de tí
crecen desde tu herida el gozo y el dolor.
Voces que se apresuran
sobre la anunciación perenne de los cuerpos.
Y el destino del ser
que entreabre su frágil resplandor
sobre la intensidad sin freno que devoras y fundas
es la historia de aquello que no existe
sino desde tus lindes:
Galopando en silencio
entre tu orilla ardiente
y la desconocida libertad
de los dioses.
Judit Herrera