Poesía: Laura Rodríguez Sayd
Soy una mujer extraordinaria:
mitad mujer
y mitad mujer
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Te digo que no hay pies para las calles
Y no me crees
Que puedo masticar la corteza de una naranja
que yo misma he arrancado
a la rama de un árbol
Pero no me crees
Te cuento
el norte se agota
Los labios no apuntan
y están clausurando la mirada
con sus puertas hinchadas
y su media luna roja
Y sigues sin creerme
Afirmo
soy feliz
Tengo un hogar en el vientre
Preparo tostadas que aciertan
en el centro del plato
Todos los semáforos
me encuentran en verde
Y entonces, sí
Todo te lo crees
Pero no me crecen geranios
en los balcones
No rugen copla los transistores
Hay un barco extranjero
que aúlla mi nombre
Y el lunar de mi cuello es una araña
devorando la muerte de mi padre
Coman de mi mano
palabritas
Luisa Futoransky
Los brazos arropan las caderas
La rabia en mi lengua
El calor de la garganta
Ni un centímetro fuera de lugar
El llanto contenido de niña refulge en la silla Thonet
Aún me dura el desconsuelo
que no supo escuchar la canción de bienvenida
Hay algo de ese sollozo velado en cada poema inmóvil
Soy una mujer seria
Tengo la boca del estómago sarcástica
y el verbo ligero
No necesito aspavientos
para mostrarme de perfil
Recito hierática
Sostengo la llave de la vida
El camino abierto al desahogo
– a la oración –
A la única verdad que conozco
Yo era de esas del
Todo o Nada
De agarrar el éxito o
ventilar la palma vacía
Sucedían los mares negros
Las noches nerviosas
La imperfección me mordía las uñas
Y no llegaba
Todo era Nada
Pero resulta que ahora despierto
con el cuerpo amplio
Me entretengo en el café recién hecho
aunque lleguemos tarde
Algunos días
– incluso –
no utilizo el corrector de ojeras
Algunos días
– incluso –
no temo al eco-Doppler trimestral
Nada es Todo
Vas a llamarme conformista
Es un buen momento
Resulta que ha dejado de importarme
que los paños de cocina huelan mal
Me deshago de ellos grácilmente
Puedes dejar de llamarme
Todo es Nada
Porque eso que llamas renuncia
consiste en
haber aprendido a distinguir
cuando la dicha irrumpe en mi vida
Resulta que soy capaz de saberme
in-ven-ci-ble
durante algunos minutos al día
De atrapar a manos llenas ese rato
De echar a volar después los miedos baldíos
Nada es todo
Bienaventurada yo
que supe escuchar a mi abuela al fallecer
(amar es un secreto a voces)
Era esto lo que buscaban
los muertos de mi felicidad
He dejado de pedir perdón
Todo sin Nada